¿Por qué endurecéis vuestro corazón?
Por Martha Tarazona
Tenemos en nuestras manos la decisión de hacer lo correcto delante de los ojos de nuestro padre o endurecer nuestro corazón y no arrepentimos de nuestras obras.
Por Binyan ab mishene ketubin (construyendo un principio general a partir de dos o más textos), se puede comparar Éxodo, 1 Samuel y Apocalipsis. «Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.»[Ex. 7:3-4]. ¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se fueron? [1 S. 6:6]. Y no se volvieron de sus transgresiones para darle el esplendor al eterno. Y blasfemaron contra el Di-s de los cielos por sus dolores y sus úlceras y no se arrepintieron de sus obras [Ap.16:9,11].
En los tres versículos se habla de la dureza de corazón del faraón, de los filisteos y del pueblo, respectivamente. Adicionalmente hay plagas y al final de las historias hay oro como recompensa.
– La dureza del corazón en el caso del Faraón cuando dijo: mío es el Nilo pues yo lo hice, a consecuencia de esto el Eterno traería sobre él espada que cortaría hombres, bestias y además morirían con los peces pegados a sus escamas y serían comida para las aves de los cielos [Ez. 29: 1-9]. En el caso de los filisteos, desde génesis, éstos habían cerrado los pozos que Abraham había abierto, cuando Isaac los volvió abrir, ellos dijeron; el agua es nuestra [Gn. 26:20]. En Este versículo en específico habían tomado algo sagrado que era el arca. En Apocalipsis la dureza del corazón se representa como un “no arrepentimiento de sus obras”.
-Las plagas: En Éxodo aparecen las siguientes: 1). Sangre: ocasionaba la muerte de los peces que había en el río y el agua no se pudiera tomar. 2) Ranas: sobre arroyos canales, estanques, casas, campos, patios. 3) Piojos: El polvo de la tierra se volvió piojos en los hombres y en las bestias. 4) Moscas: vino gran cantidad de moscas o insectos sobre la casa del Faraón, sus siervos y toda la casa de Egipto y la tierra se arruinó a causa de las moscas. 5) Plaga en el ganado: murió todo el ganado de Egipto, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas. 6) Úlcera: sarpullido de úlcera en los hombres y en las bestias. 7) Granizo: hubo truenos, granizo, relampagueo fuego sobre la tierra y destruyó la hierba, los árboles, hombres y animales. 8) Langosta: cubrieron todo el país y se consumió la hierba y el fruto de los árboles.9) Tinieblas: hubo oscuridad sobre la tierra. 10) Muerte de los primogénitos: desde la casa de faraón hasta la casa de la esclava y todo primogénito de las bestias murió. Y al final el pueblo salió con alhajas de plata y oro que cada uno pidió a su vecino.
En Samuel se narra que el arca del pacto fue tomada por los filisteos los cuáles la llevaron a Asdob. Allí aparecieron las siguientes plagas: 1) Muerte 2) Tumores en Asdob y en todo el territorio 3) Ratones que destruyen la tierra. Al final los filisteos entregaron el arca a los Israelitas e incluyeron cinco tumores de oro y cinco ratones de oro en expiación al Eterno [1 S. 5-6].
En apocalipsis se relatan las siete plagas del final de los siglos así: 1) Úlcera y pestilencia sobre los hombres que tenían el código de la bestia y que adoraban la imagen de su estatua. 2) Sangre sobre el mar: muriendo todo ser vivo. 3) Sangre sobre los ríos y sobre los nacimientos de las fuentes. 4) Quemaduras de sol con rayos de fuego 5) Tinieblas 6) Sequía 7) Relámpagos, voces, truenos, temblores y terremotos [Ap.15-16]. Al final de la historia aparece la ciudad de oro, la nueva Jerusalén y el que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Di-s, y él será mi hijo [Ap. 21:7].
La causa de éstas plagas es la dureza del corazón desde el relato del Faraón en Egipto hasta nuestros días, ya que lo relatado en Apocalipsis se cumplirá. La dureza del corazón es permitida por el Eterno, con un propósito: “Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas” [Ex.7:3]. Todas las cosas ha hecho Di-s para sí mismo, Y aún al impío para el día malo. [Pr. 16:4]. Sin embargo, el Eterno espera el verdadero arrepentimiento para que podamos gozar de sus bendiciones, Él dice que por la dureza del corazón de su pueblo Israel, éstos caminaron en sus propios consejos, pero:!Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel, el Eterno hubiese derribado a sus enemigos y los sustentaría con lo mejor del trigo y con la miel de la peña los saciaría [Sal. 81, 11-16]. Aún los discípulos, fueron amonestados por esto; Yeshua resucita y se le presenta a sus discípulos y les reprocha su incredulidad y la dureza del corazón, porque no habían creído a los que le habían visto con vida [Mr. 16:14].
Estimado Lector, tanto el faraón como los filisteos víctimas de su propia dureza del corazón, fueron atacados con plagas y tuvieron que rendirse para preservar sus vidas. Nosotros como pueblo del Di-s todopoderoso, Di-s de amor, pero también fuego consumidor, tenemos en nuestras manos la decisión o hacemos lo correcto delante de los ojos de nuestro padre y heredamos la vida eterna o endurecemos nuestro corazón y no nos arrepentimos de nuestras obras y vendrán todas las plagas que nos llevarán a la muerte.
Hay dos caminos:
1) Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la
vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Di-s, y él será
mi hijo [Ap.21:7].
2) Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda [Ap. 21:8]. Pero por
tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el
día de la ira y de la revelación del justo juicio de Di-s [Ro.2:5].
Que nuestra elección sea el primer camino, para que podamos heredar la vida eterna y llevar a otros por medio del sacrificio de Yeshua nuestro Mesías.
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Martha Tarazona
Miembro de la comunidad Yovel, Dra. Ingeniería de Alimentos. «Nada tenemos que no hayamos recibido» [1 Cor. 4:7].