
Los padres de Jesús (Yeshúa) subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús (Yeshúa) se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. (Lucas 2, 41-47)
El Bar-Mitzvah (hijo del mandamiento) ó Bat-Mitzvah (hija del mandamiento) define una nueva etapa en el ciclo de vida de una persona que se formaliza mediante una ceremonia para marcar la transición de niños a adultos: los niños a los 13 años y las niñas a los 12. Todo adulto dentro de la comunidad judía, asume completa responsabilidad ante HaShem (Di-s) por sus actos y sus deberes frente a la Torá.
Antes de la adultez, los padres son responsables de la conducta moral y las acciones del niño, con base en el cumplimiento o incumplimiento de los mandamientos de la Torá, ya que el padre es el encargado de instruirlo y educarlo.
Por su misma responsabilidad, los errores y fallas de los padres afectan a los hijos por su ejemplo, según afirma el versículo bíblico: “Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación» (Deuteronomio 5:9). Una vez los hijos hayan cumplido su mayoría de edad esto no les afecta y son responsables de sus propias vidas, según el versículo que dice “Cada uno morirá por su propio pecado» (Deuteronomio 24:26).
Como es en esta etapa en donde cada joven se hace responsable por el cumplimiento de las mitzvot (mandamientos), la ceremonia se centra en darle especial atención a aquellos mandamientos, que le corresponden de acuerdo a si es hombre o mujer; por ejemplo, en el caso de los hombres, usar talít, tefilín, ser parte de un minian y ser llamado a leer la Torá.
La transición de niños a adultos es de vital importancia en nuestra comunidad, ya que es allí donde cada joven empieza a tomar decisiones propias sobre el camino de su vida espiritual. Para esto el joven debe ejercer su responsabilidad frente a toda decisión, teniendo en cuenta sus compromisos y consecuencias.
Respecto a los compromisos, se espera que el nuevo adulto colabore en la comunidad en diferentes áreas en donde se sienta a gusto y entendiendo que la ceremonia no es la conclusión de su preparación, es simplemente la apertura a una nueva etapa de su vida. En este caminar personal, lo más importante en toda su preparación. es buscar que entiendan y acepten que el único camino para tener una relación con el Padre es a través de la sangre del sacrificio de nuestro Mesías Yeshúa.