La fe
Por: Martha Tarazona
A través de la palabra vemos que todos los actos prodigiosos que se narran son por la fe del que ejecuta la acción
La fe en la parashá Jaye-Sara se puede ver en los siguientes personajes y hechos:
La fe de Abraham
Abraham tenía una promesa y caminó sobre ella.
“HaShem, Di-s de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo. Y si la mujer no quisiere venir en pos de ti, serás libre de este mi juramento; solamente que no vuelvas allá a mi hijo” [Gén. 24:7-8].
Abraham había tenido un encuentro con HaShem el cual le habló y le juró “A tu descendencia daré esta tierra”, por lo tanto, Abraham estaba seguro que HaShem enviaría a su ángel y el criado podría traer mujer para Isaac, su hijo. Podemos ver una fe auténtica, le creyó a HaShem y actuó para que la promesa se cumpliera y así también bendecir a su hijo.
La fe de Eliezer
Eliezer era el mayordomo de la casa de Abraham, de Damasco [Gén. 15:2]. Fue a quien Abraham envío a buscar esposa a su hijo. Eliezer actuó y oró:
“Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor. E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las doncellas por agua” [Gén. 24:10-11].
Y oró: “Y dijo: Oh HaShem, Di-s de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea esta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor” [Gén.24:12-14].
Eliezer caminó sobre la fe de su amo, el que tenía la certeza que HaShem mandaría su ángel, y actúo con la estrategia de los camellos. Y tuvo fe y rogó al Señor tener un buen encuentro y misericordia con su amo, y le pidió a HaShem una señal. Eliezer debía ser un hombre de fe a la vez que oro a HaShem y sabía que le respondería.
“Y añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar. El hombre entonces se inclinó, y adoró a HaShem, y dijo: Bendito sea HaShem, Di-s de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad, guiándome HaShem en el camino a casa de los hermanos de mi amo” [Gén. 24:25-27].
Hasta este momento, podemos ver que HaShem mandó su ángel, como lo había declarado Abraham y permitió que fuere dada la señal que pidió Eliezer.
La fe de Rebeca
Rebeca actuó, dejó su casa y su parentela y caminó en fe.
“Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré. Entonces dejaron ir a Rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a sus hombres. Y bendijeron a Rebeca, y le dijeron: Hermana nuestra, sé madre de millares de millares, y posean tus descendientes la puerta de sus enemigos” [Gén. 24:58-60].
La fe de Isaac
Isaac estaba meditando y esperando.
“Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían. Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho” [Gén 24:63-66].
Podemos ver en este relato, la fe de Isaac al creer en la misión que su padre le confío a Eliezer, y en creer a Eliezer los hechos que daban crédito de la bondad y misericordia de HaShem.
A través de la palabra vemos que todos los actos prodigiosos que se narran son por la fe del que ejecuta la acción; por ejemplo, Isaac conocía que el milagro de estar vivo, fue producto de una promesa y de creer en ella.
“Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” [Gén. 18:11-12].
De acuerdo a las leyes naturales, “una mujer entra a la menopausia, la cual es el momento de la vida de una mujer en el que sus periodos (menstruación) cesan. En la mayoría de los casos, se trata de un cambio corporal normal y natural que ocurre entre los 45 y 55 años de edad. Después de la menopausia, una mujer ya no puede quedar embarazada, ya que durante la menopausia los ovarios de una mujer dejan de liberar óvulos. Su cuerpo produce una cantidad menor de las hormonas femeninas estrógeno y progesterona” [1].
De acuerdo, a Génesis 17:17, Sara tenía 90 años y Abraham tenía 100 años. “Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rio, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” [Gén. 17:17]. En este pasaje vemos que Sara, no solo era una mujer postmenopáusica (aprox. los 65 años), sino que ya era una mujer mayor (90 años),
y HaShem les recuerda que Él está fuera del tiempo y que para él no hay imposible:
“Entonces HaShem dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Di-s alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo” [Gén. 18:13-14].
Otro caso de Fe, lo vemos en la mujer de Manoa, al creer al ángel que se le apareció y le habló que tendría un hijo.
“Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos. A esta mujer apareció el ángel de HaShem, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Di-s desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos” [Jue 13:2-5].
La fe de Manoa
La mujer le contó a su esposo la visitación del ángel y éste creyó y oró: “Entonces oró Manoa a HaShem, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Di-s que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer” [Jue 13:8].
En este relato vemos una fe maravillosa: Manoa creyó lo que su mujer habló, y al orar, él no pidió que un ángel le confirmara a él a su mujer el asunto, o preguntar cómo Di-s lo iba hacer si ella era estéril, solo dijo creyendo que el ángel: “nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer”.
Amigo lector, vemos en el relato bíblico, como Manoa creyó, y fue más allá, no pensó en la concepción, el embarazo, el parto, sino pidió qué debían hacer cuando el niño ya naciera, ¡Uauh!, esta es una fe que va más allá de recibir el milagro, ¿qué sigue?, maravillosa enseñanza nos da Manoa padre de Sansón. Así como Abraham, tenía una promesa y creyó en ella, Eliezer, Rebeca e Isaac creyeron y recibieron el galardón del Señor por su fe.
Nuestro amado Salvador estaba en Nazaret y estaba asombrado de la incredulidad de la gente.
“Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando” [Marc. 6:5-6].
Querido lector, yo le invito a que crea por la palabra de Di-s, lo que HaShem te ha prometido, si Él lo dijo, Él lo hará, Él es el mismo ayer hoy y siempre, para Él no hay nada imposible, Él es que abre y cierra puertas, Él es el que permite dar a luz: “Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo HaShem. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Di-s” [Isa. 66:9].
En estos versículos vemos que hubo esposa, esposo, hijos, la respuesta de HaShem. Cualquiera que sea tu necesidad confía que HaShem se pasa las leyes naturales, lo físico, lo humano, la imposibilidad, la incapacidad, lo imposible que él hombre pueda ver, pero si tenemos fe, podemos ver en nuestras vidas cumplidos los anhelos de nuestro corazón, y poder como Manoa decir y ahora ¿qué sigue?
Que el Señor en este mismo momento, aumente tu fe y te de la esperanza que, si en tu vida ha hecho milagros antes, lo hará ahora, en el nombre de Yeshúa HaMashiaj y su santo espíritu el Ruaj HaKodesh que tenemos dentro nuestro, por el cual podemos decir Abba Padre.
Shavua Tov.