La decisión de volver

Por: Familia Barrios Lara

¿Cuál puede ser el secreto para retornar a los brazos del Señor?

¡No existe mejor parashá para cerrar el año, que la porción que leemos esta semana, nitzavim! ¿Por qué? Porque cuando algo termina, nuestro impulso natural es evaluar la situación, lo que se debe cambiar; y sentimos que a eso es lo que nos invita esta parashá: a evaluar cuáles son las condiciones necesarias para restaurar el pacto con el Eterno.

Nitzavim נִצָּבִ֤ים, es un verbo que significa estar de pie, mantenerse firme: «Hoy están (nitzavim) ante la presencia del Señor su Dios todos ustedes, sus líderes y sus jefes, sus ancianos y sus oficiales, y todos los hombres de Israel» [Dt 29:10]¿y por qué Moshe les recordó justo que estaban en pie delante de Hashem?… probablemente porque después de las 98 maldiciones de la parashá anterior- ki tavo- y el recuento de los tropiezos de Israel en el discurso plasmado en el libro de Devarim; Moshe quería recordarles que a pesar de todo, cómo aún podían levantarse delante de la presencia del Señor ¿Cómo? Gracias a su misericordia y a la posibilidad de hacer teshuva.

¿Qué significa exactamente teshuvá? Aunque, se ha traducido clásicamente como “arrepentimiento”, tiene un significado más profundo. De hecho, la palabra para arrepentirse en hebreo es najam נָחַם, mientras que teshuvá está en relación con el verbo shuva שׁוּב que significa volver, retornar,  restaurar o reparar. Y es que, la teshuvá, se relaciona justo con el proceso de reparar las relaciones con el Eterno, de volverse a Él:  “cuando tú y tus hijos se vuelvan al Señor tu Dios” [Dt 30:2]

En la teshuvá, el primer paso es el arrepentimiento. Éste, se define como un sentimiento de malestar e insatisfacción por algo malo que se ha hecho, y que nos impulsa a actuar para tratar de reparar la situación, “La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación” [2 Cor 7:10]. Se diferencia del remordimiento, en que, en este último, no existe el deseo del cambio, sino solo la culpa. Sin embargo, no podemos dejar que este sentimiento nos estanque, sino que es necesario creer que aún nuestros propios errores, Di-s los puede usar para bien, para impulsarnos al crecimiento y la transformación [Rom 8:28]. Johanan el inmersor (Juan el bautista), no solo animaba a la gente a confesar sus pecados sino a producir “frutos que demuestren arrepentimiento” [Mt 3:8] ¿Cómo pueden lograrse estos frutos?

Desde el judaísmo se ha explicado que el proceso de teshuvá involucra 4 pasos: 1) Arrepentimiento 2) dejar de hacer el daño 3) confesar el error y pedir perdón y 4) comprometerse a no repetirlo en el futuro. Dejar de hacer lo incorrecto parecería el paso más obvio luego de arrepentirse, pero muchas veces es el más difícil ¿por qué?… tal vez es porque cada uno de nosotros tenemos tanto la inclinación hacia lo bueno (yetzer hatov) como hacia lo malo (yetzer hara)… de hecho en ellos radica la libre elección. Pero, el Eterno nos ha dejado las herramientas, para inclinar nuestra balanza interna hacía el camino del bien “Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance… La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas” [Dt 30:11-14]. Pero ¿podemos hacerlo solo en nuestras fuerzas? ¡por supuesto que no! “Esta es la confianza que delante de Dios tenemos por medio de Mashiaj. No es que nos consideremos competentes en nosotros mismos. (Sino que) Nuestra capacidad viene de Dios” [2 Cor 3:5]

Luego de apartarnos del pecado, necesitamos confesar y pedir perdón.  La confesión es una pieza clave en el proceso de la teshuva, porque nos invita a doblegarnos y reconocer ante el Eterno que hemos fallado. “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad»  [1 Jn 1:9]. Dentro de los rezos que se hacen en Iom Kipur, existe un modelo para este proceso: empieza con la admisión de nuestras transgresiones (hakarat hajet),luego, se hace la confesión verbal de las mismas (viduy) y finalmente se expresa el compromiso de abandonar nuestras malas acciones y hábitos negativos (azibat hajet). Maimónides, nos explica que tanto el arrepentimiento como la confesión verbal deben estar juntos; es decir que, no vale si me arrepiento, pero no confieso, o, si confieso pero no me he arrepentido en el corazón, pues entonces el proceso de la teshuva es incompleto. Y…¿es necesario confesar nuestros pecados a otras personas? Si bien, quien nos perdona es Di-s, el confesar nuestros pecados a otros trae sanidad a nuestro corazón “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados” [Stg 5:16]

Pero lo más importante en el proceso de la teshuvá es el compromiso de cambio, el cual debe estar acompañados de actos prácticos. El cambio debe producirse no tanto por el temor a las consecuencias por la desobediencia, sino más bien estar motivado por el deseo profundo de reparar nuestra relación con Hashem. La torá enseña que cuando un hombre comete una falta en contra de su prójimo, debe confesar su pecado, pero además hacer una restitución a su prójimo por el daño causado [Nm 5:6-7] ¿Cómo podemos aplicar esto en nuestra relación con el Eterno? En el primer pacto, la restitución se hacía a través de sacrificios de animales, pero con la muerte de Yeshúa, es él quien pagó por nuestro pecado “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Yeshúa HaMashiaj efectuó” [Rom 3:23-24].

Yeshúa ya hizo su parte para que seamos perdonados.  Ahora, nuestra tarea es lograr el verdadero cambio en nuestras vidas. Esta parashá nos promete que “El señor circuncidará tu corazón y el de tu descendencia” [Dt 30:6]. La circuncisión a la que se refiere, es quitar de nuestro corazón la inclinación hacia el egoísmo y las malas pasiones. Nuestro servicio a Di-s no sólo se manifiesta en lo que hacemos públicamente en la liturgia y la ayuda a otros… se manifiesta sobre todo en nuestra relación con nuestra familia, con nuestro prójimo, en como pulimos nuestro carácter para llegar a la estatura del Mashiaj y como desde la intimidad, crecemos en nuestra relación con él para dar los frutos de su Espíritu en nuestra vida.

Cuando alguien cercano comete una agresión en nuestra contra, nuestro deseo de reconciliación suele ser mayor que el de venganza, y es mucho más fuerte cuanto más cercana e íntima, es la relación. Para Di-s, que busca una relación con nosotros, éste es también su principal deseo: “Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor omnipotente—, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?” [Ez 33:11]. Aunque ese es su deseo, la elección de acercarnos es completamente nuestra “Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra de la que vas a tomar posesión» [Dt 30:15-16].

Cuando Pedro fallo y negó a Yeshúa, pudo haberse tirado a los pies de la cruz, pedirle perdón y acompañarlo en sus últimos momentos… Pero, se quedó a lo lejos, entre la multitud y no fue sino hasta que Yeshúa lo busco y le pregunto 3 veces si lo amaba –una por cada vez que Pedro lo negó-, que se sintió perdonado. Muchas veces somos como Pedro… aunque hemos fallado, y deseamos el abrazo del Padre Celestial, pero la acusación nos aparta y nos hace quedarnos en la puerta, incapaces de dar un paso hacia la teshuvá, preocupados por lo que otros digan o avergonzados por nuestra conciencia. Es por eso que decidir hacer teshuva, requiere recordar que nuestro Padre es “tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;  guarda misericordia a millares, (y) perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” [Ex 34:6-7].

Estamos a unos días de Iom teruá y el cambio de año, y a menos de 2 semanas de Iom Kipur, Que estos días podamos aprovecharlos para que nuestra teshuva al Señor sea plena, y por medio de Yeshúa HaMashiaj, logremos el arrepentimiento, la confesión y el cambio que necesitamos; para fundirnos plenamente y retornar a los brazos  del Padre: “Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: «En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza” [Is 30:15].

¡Shavua tov!

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Por familia Barrios Lara

Somos Deivy Barrios y Natalia Lara, casados desde el 2016, padres de 3 pequeños y comunitarios de Yovel.***