Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Por: Martha Tarazona
“Y al instante su lepra desapareció” [Mt. 8:14].
La parashá Tazría-Metzorá, habla de la lepra como un estado de impureza, un estigma humillante, una mancha degradante que impedía el menor contacto con el prójimo, el hombre impuro era una persona expulsada [1].
¿Qué causaba la lepra?
“Rabí Yonatán, apoyándose en el Talmud declara que las enfermedades leprosas, afectan al hombre como consecuencia de siete pecados: la calumnia, el homicidio, el perjuicio, el libertinaje, el orgullo, el robo y los celos” [1].
¿Qué se debía hacer con una persona que tenía lepra?
Cuando una persona tenía lepra debía ir al sacerdote para que examinara su cuerpo, éste miraba la llaga en la piel del cuerpo y lo declaraba inmundo, dependiendo la revisión hecha y debía encerrarse por siete días ya que estaba en estado de impureza.
Pasados los siete días volvía a revisarlo el sacerdote, si todavía la llaga conservaba el mismo aspecto, se volvería a encerrar por otros siete días; pasados estos siete días volvía el sacerdote a revisarlo y si había oscurecido la llaga y no se había cundido en la piel, el sacerdote lo declaraba limpio, debía lavar sus vestidos y sería limpio [Lev. 13:1-6].
¿Cuál era la ley para el leproso?
Después de esto debía hacer sacrificio y matar una avecilla y rociar la sangre siete veces sobre el que se purificaba de la lepra, y le declaraba limpio.
“El sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; y rociará siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le declarará limpio; y soltará la avecilla viva en el campo. Y el que se purifica lavará sus vestidos, y raerá todo su pelo, y se lavará con agua, y será limpio; y después entrará en el campamento, y morará fuera de su tienda siete días. Y el séptimo día raerá todo el pelo de su cabeza, su barba y las cejas de sus ojos y todo su pelo, y lavará sus vestidos, y lavará su cuerpo en agua, y será limpio.
El día octavo tomará dos corderos sin defecto, y una cordera de un año sin tacha, y tres décimas de efa de flor de harina para ofrenda amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentará delante de HaShem al que se ha de limpiar, con aquellas cosas, a la puerta del tabernáculo de reunión; y tomará el sacerdote un cordero y lo ofrecerá por la culpa, con el log de aceite, y lo mecerá como ofrenda mecida delante de HaShem. [Lev. 14: 4-20]
¿Cómo fue sanado el leproso por Yeshúa? En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, se narra la historia de la sanidad de un leproso que se acercó al sumo sacerdote es decir al sacerdote de sacerdotes, y dijo: Señor si quieres puedes limpiarme:
“Cuando descendió Yeshúa del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Yeshúa extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Yeshúa le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos” [Mt. 8:1-4]
En esta historia se pueden extractar varias cosas:
- El leproso debía estar aislado, según la ley.
- De acuerdo a ley, el leproso se acercaba al sacerdote para que lo examinara y determinara el tiempo de aislamiento y la orden cuando ya estuviera limpio. Sin embargo, el leproso se acercó al sumo sacerdote para que lo sanara, es decir, se cambió el ritual de lo que se debía hacer; ya que el sacerdote no sanaba, solo examinaba y daba un veredicto.
- El leproso tuvo fe, y actuando en contra de la ley, se acercó a Yeshúa.
- El leproso sabía que si Yeshúa quería lo podía sanar.
- Yeshúa le respondió: Quiero; sé limpio. Es decir que fue sano y limpio; porque de acuerdo a la ley para ser limpio, debía ser rociada la sangre de la avecilla, sobre el leproso, y solo con el poder de Yeshúa, su presencia, su nombre y su sangre, era suficiente para ser limpio.
- La lepra desapareció al instante, no fueron necesarios 7, ni 14 días para que la lepra desapareciera.
- Yeshúa le ordenó que se presentara al sacerdote y presentara la ofrenda que ordenó Moisés, la cual consistía en tomar, para el que se purifica: dos avecillas vivas, limpias, madera de cedro, grana e hisopo, y realizara lo descrito en la ley del que se purifica.
- Yeshúa sanó al leproso, sin embargo, lo mandó para que cumpliera lo escrito en la ley respecto al sacrificio. Porque Yeshúa cumplía la ley, también para testimonio a ellos: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” [Mt. 5:17]
Amigo lector, Yeshúa quiere sanarnos, limpiarnos, restaurar nuestra vida, así como este leproso ya no fue el mismo, después de que se acercó a Yeshúa, porque vio el milagro en su vida, vio la sanidad, vio la gloria del sumo sacerdote, experimentó su poder y vio su restauración al instante y de repente. Que así mismo sea en nuestras vidas, para ese milagro que necesitamos, que nos acerquemos confiadamente al trono de gracia y obtengamos oportuno socorro, que veamos la respuesta al instante y podamos exaltar a Yeshúa por su poder y su gloria, de una manera tangible y real en nuestras vidas. Señor si quieres, puedes hacer mi milagro, ¡quiero!
¡Shavua Tov!