Las plagas postreras
Por: Martha Tarazona
“Yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” [Ap. 3:11]
La parashá Vaerá describe las plagas que antecedieron a la salida triunfal del pueblo de Israel de Egipto a la tierra prometida, siendo un éxodo en el que hubo un faraón, plagas, un libertador y un pueblo.
Primer éxodo: Un faraón
“Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José… Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor” [Ex. 1:8-14].
Primer éxodo: Plagas
Fueron 10 plagas: Sangre, Ranas, Piojos, Moscas, Plaga en el ganado, Úlcera, Granizo, Langosta, Muerte de los primogénitos.
Primer éxodo: Un libertador
El eterno llama a Moisés, “Y se le apareció el Ángel de HaShem en una llama de fuego en medio de una zarza… Viendo HaShem que él iba a ver, lo llamó Di-s de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí” [Ex. 3:2-4].
“Dijo luego HaShem: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen” [Ex. 3:7-9].
“Moisés alzó la vara, la extendió sobre el mar rojo y lo dividió y los hijos de Israel entraron por en medio del mar en seco” [Ex.14:21-22]
Primer éxodo: Un pueblo
Un pueblo que creyó:
“…Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros… Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos” [Ex. 3:13-15].
“Y el pueblo creyó; y oyendo que HaShem había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron” [Ex.4:31].
Un pueblo que declina
“De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre” [Ex. 6:9].
Un pueblo que salió con manos llenas
“Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huésped alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto” [Ex. 3:21-22].
Un pueblo que tiene temor de HaShem y cree en Él
“Así salvó HaShem aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que HaShem ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a HaShem, y creyeron a HaShem y a Moisés su siervo” [Ex 14:30-31].
Un pueblo que se queja
“Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?” [Ex. 15:24].
“Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de HaShem en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud” [Ex. 16:2-3].
Un pueblo que muere en el intento
Después de vivir el pueblo de Israel durante 430 en Egipto, salieron más de 600.000 hombres. “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado” [Ex. 12:37-38]. Y estuvieron durante 40 años en el desierto, donde murieron:
“Y la ira de HaSehm se encendió contra Israel, y los hizo andar errantes cuarenta años por el desierto, hasta que fue acabada toda aquella generación que había hecho mal delante de HaShem” [Num. 32.13].
“Diles: Vivo yo, dice HaShem, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun” [Num. 14:28-30].
Primer éxodo: El cumplimiento de la promesa
“Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie… Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas…” [Jos. 1:3-9].
Segundo éxodo
Viene un segundo éxodo donde el primer éxodo es la sombra de la que ha de venir, es decir, es un modelo.
¿Cómo sabemos que viene un segundo éxodo?
En Isaías, 11, se relata, que HaShem alzará otra vez su mano; es decir que lo hizo antes. Esta vez juntará al pueblo de Israel de todos los confines de la tierra, también secará el mar de Egipto y el rio para que su pueblo pase por el con sandalias, y abrirá camino como lo hizo para Israel cuando lo sacó de Egipto. [Is. 11: 11-16].
Igual que el primer éxodo habrá un faraón, plagas, un libertador y un pueblo.
Segundo éxodo: Un farón
HaShem es soberano y es él quien levanta los faraones.
Segundo éxodo: Las plagas postreras
“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Di-s.
Siete plagas: Úlcera y pestilencia, Sangre sobre el mar, Sangre sobre los ríos y Quemaduras de sol con rayos de fuego, Tinieblas, Sequía, Relámpagos, voces, truenos, temblores y terremotos” [Ap. 15,16].
Segundo éxodo: Un libertador
“Si creemos en Yeshúa debemos creer en Moisés y viceversa: “Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” [Jn. 5:45-47].
Segundo éxodo: Un pueblo
“Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” [Mt. 24:13]
Segundo éxodo: El cumplimiento de la promesa
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Di-s” [Ap. 2:7].
“…. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” [Ap. 2:10-1].
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” [Ap. 2:17].
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” [Ap. 2: 26-29].
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” [Ap. 3:5-6].
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Di-s, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Di-s, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Di-s, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” [Ap. 3:12-13]
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” [Ap. 3: 21-2].
Amigo lector, en el éxodo que viene, nosotros no podemos cambiar el faraón, no podemos cambiar las plagas, pero si podemos creer en el libertador, así como el pueblo creyó a HaShem y a Moisés.
Tenemos un libertador que es Yeshúa, la Ruaj HaKodesh que habita dentro nuestro y el padre al cual podemos llegar por medio de la sangre de Yeshúa. Nosotros como pueblo, podemos elegir nuestra actitud, si queremos entrar a la tierra prometida como Caleb o Josué o queremos morir en el intento.
Tenemos hermosas promesas que HaShem cumple a quien venciere. Que pronto podamos tocar el pandero como Miriam lo tocó cuando cruzaron el mar y podamos decir: “Baruj Haba B’Shem Adonai”, bendito el que viene en el nombre del Señor.
¡Shavua Tov!
Referencias
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