Noaj (נֹחַ) La conservación de las especies

Por Rocío Delvalle Quevedo

“¿Cómo la fragilidad del techo de la sucá nos recuerda la firmeza en la que se apoya nuestra vida?”

Acerca de las probabilidades científicas del diluvio, es realmente mucho lo que se ha escrito, por parte de científicos tanto creyentes como no creyentes. Algunos científicos creyentes se basan en evidencia geológica para sustentar que la narración que encontramos entre el capítulo 6 y 7 de Bereshit (Génesis) fue literalmente cierta. Toman, entre otros argumentos, la afirmación de Hohn Morris, quien explica que hay un tipo de roca, conocida como sedimentaria, que se forma por los sedimentos de fluidos en movimiento (agua), “y están hechas de piezas de roca u otro material que existió en otra parte y fue removido, transportado y depositado en el lugar que se encuentra actualmente. Se supone que el 70% de la superficie de la tierra es roca sedimentaria. Además, han encontrado que en dichas rocas hay árboles sepultados en todos los ángulos, a menudo pasando a través de múltiples capas de roca, obviamente resultado de un cataclismo marino, lo cual es un fenómeno mundial” (AllAboutCreation, 2002).

Otros científicos creyentes entienden el relato de forma más alegórica, basados en las numerosas incógnitas que se generan de la narración a la luz del conocimiento científico actual. Por ejemplo, la mención del río Éufrates y Tigris antes y después del diluvio, sugiere que la integridad de los ríos se mantuvo, en vez de los cambios en las formas de las cuencas hidrológicas que se habrían esperado de un cataclismo marino. También se propone que si la precipitación necesaria para cubrir la faz de la tierra, se hubiera dado por la condensación del vapor de agua presente en la atmósfera, la presión necesaria para la condensación de tal cantidad de agua habría sido fatal para todas las criaturas vivas, como quien dice no habría sido necesario el diluvio porque la sola presión los habría reventado. Otras dudas se generan sobre la capacidad que tenía el arca para poder haber albergado al menos una pareja representante de cada una de las especies animales, respecto a la diversidad que hoy observamos, y la ausencia de registros fiables sobre las rutas de migración que habrían tenido dichas especies en el repoblamiento de la tierra y la distribución geográfica de ellas que observamos actualmente (BioLogos, 2006).

A mí misma como estudiante de biología, me surgen inquietudes del relato al enfrentarlo a lo que he aprendido. Por un lado, sé que a pesar de la importancia que tiene el agua para las plantas y que las plantas durante la fotosíntesis producen oxígeno, éstas a la vez necesitan tomar oxígeno para suplir algunas de sus necesidades fisiológicas, y que cuando sus raíces están en un terreno con demasiada agua, también mueren por la reducción en su capacidad de tomar oxígeno. Entonces, haciendo una lectura literal, como bióloga hubiera esperado que el Altísimo también hubiese ordenado a Noaj (Noé) tomar representantes de las especies vegetales y protegerlas en el arca. Por otro lado, entiendo que para llevar a cabo la conservación de especies que en la actualidad están en riesgo de extinción, hay un tamaño mínimo de población viable, es decir, un número mínimo de parejas de la especie que se necesita para que ésta se mantenga en su ciclo biológico como población, y éste número usualmente está por encima de una pareja por especie.

Pero más allá de si el relato narra literalmente o no el suceso climático por el cual el Altísimo ordena a Noaj construir un arca, y más allá de las fascinantes preguntas que surgen dentro del relato para toda clase de científicos, entre ellos antropólogos, geólogos, físicos, biólogos, economistas, etc. al leer nuevamente el texto me encontré con que en la traducción NVI cada vez que el ETERNO justifica la razón de introducir a los animales en el arca, habla de asegurar su supervivencia y conservación. Al buscar el término en hebreo que aparece en los versos 6:19, 6:20 y 7:3, en los tres casos es la misma palabra חָיַה (h2421) del diccionario Strong (QBible, 2016), y se refiere a la raíz del verbo vivir. El Altísimo quería que su creación sobreviviera a su juicio.

Aún más bello me parece que el ETERNO haga partícipe a Noaj, de ésta misión. En su infinito poder, bondad y soberanía, Él podría haber salvado a los animales que había creado de múltiples formas independientes de un transporte y resguardo de madera hecho por un “simple mortal”. Pero no!!! Él hizo partícipe a Noaj, del cuidado, de la supervivencia, de la conservación de su creación. Y recuerdo entonces uno de los pasajes que más me motivó a estudiar biología, Romanos 8:19-21: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Di-s, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. El ETERNO ama y cuida de su creación, y nosotros como hijos suyos, ¿no haremos lo mismo? Todos podemos poner un granito de arena para desacelerar el deterioro en el que se encuentra el planeta.

¡Shavua tov!

Referencias

AllAboutCreation. (2002). El Diluvio – Evidencias Físicas. Obtenido de Todo sobre la creación: http://www.allaboutcreation.org/spanish/el-diluvio.htm

BioLogos. (2006). How should we interpret the Genesis flood account?Obtenido de BioLogos: http://biologos.org/common-questions/biblical-interpretation/genesis-flood

QBible. (2016). Hebrew Dictionary (Lexicon-Concordance). Obtenido de QBible: http://lexiconcordance.com/hebrew/2421.html

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Rocio del Valle

Soy bióloga con maestría en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia, Creyente en el Mesías Yeshua desde la cuna, miembro activo de la Comunidad Mesiánica Yovel y felizmente casada. El estudio de la creación del Altísimo ha sido mi pasión, y me deleito en ampliar mi comprensión del textos bíblico desde el conocimiento de las Ciencias Ambientales.