El fuego arderá continuamente
Por: Martha Tarazona
“Que podamos ser ese altar que arde continuamente y que nuestra llama no se apague nunca.”
La parashá Tzav [Lev. 6-8] habla de los sacrificios y como éstos debían arder continuamente, “Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará” [Lev. 6:12-13].
La palabra fuego es la # 784 del Strong אֵשׁ, esh; que significa, arder, ardiente, ardor, encender, fuego, incendio, quemar, refulgente [1].
Cuando había templo; en el altar se debía quemar leña cada mañana y el fuego no se debía apagar.
Actualmente, no hay templo físico en Jerusalén, donde antes se hacían los sacrificios. Si embargo, Yeshúa fue sacrificado y su fuego no se ha apagado ni se apagará, arderá perpetuamente y además ahora nosotros somo el templo.
“¿No sabéis que sois templo de Di-s, y que el Espíritu de Di-s mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Di-s, Di-s le destruirá a él; porque el templo de Di-s, el cual sois vosotros, santo es” [ 2 Cor. 3:16]
Si somos el templo debemos quemar leña cada mañana y mantener el fuego encendido, para que suba el humo del incienso agradable delante del eterno.
¿Cómo se genera el fuego?
El fuego se genera en un proceso de combustión en el cual, se necesita una energía de activación (Calor, chispa o corriente eléctrica), un comburente (que provoca o favorece la combustión, Oxígeno), Combustible (Gas, carbón, ACPM, papel, madera o biomasa), generando el fuego y el humo.
Vamos a ver cuáles son los elementos que podemos utilizar para que se genere fuego en nuestro cuerpo que es el templo y que arda continuamente.
- Para el proceso de combustión se necesita una chispa, calor, o corriente eléctrica.
¿Quién es la chispa que necesitamos para dar comienzo al proceso?
“La tierra fue conmovida, y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron, porque se indignó él. Humo subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos” [2 Sam. 22:8]
De acuerdo al anterior versículo el que enciende el fuego es Yeshúa.
- Necesitamos Oxígeno para que se de el proceso.
¿Quién es el oxígeno que necesitamos para que se dé la combustión?
¿Dónde encontramos el oxígeno? En el aire que respiramos, el cual está compuesto por 21% de Oxígeno, 78% de nitrógeno y 1% de otros gases.
“De sus narices sale humo, Como de una olla o caldero que hierve. Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama”. [Job. 41:20-21].
El aliento es el aire que se expulsa al respirar, y el Ruaj es aliento, viento o espíritu, por lo tanto, el oxígeno que se necesita es el Ruaj Hakodesh.
- Necesitamos el sacrificio que vamos a quemar.
Antes se realizaba el sacrificio de animales, sin embargo, Yeshúa fue el cordero sacrificado y ya el sacrificio fue hecho. “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” [Is. 53:7].
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” [Heb. 7:26-27]
Si ya no vamos a quemar animales, ¿Qué debemos quemar para poder tener fuego?
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Di-s; y se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Di-s el humo del incienso con las oraciones de los santos” [Apoc. 8:1-4].
Debemos quemar incienso para generar el fuego, siendo este incienso las oraciones de los santos.
Decía el rey David, “HaShem a ti he clamado; apresúrate a mí; Escucha mi voz cuando te invocare. Suba mi oración delante de ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde” [Sal. 141:1-2].
El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Di-s. [Salm. 50:23].
Según Najmánides, el incienso es utilizado como un medio de aplacamiento de la cólera divina. En caso de infracción el incienso podrá ejercer su virtud pacificadora. El incienso tiene como resultado abatir o detener los castigos, las calamidades, o el ángel de la muerte. [2]
El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Di-s. [Salm. 50:23].
En este orden de ideas, para que el fuego pueda arder continuamente en nuestra vida, necesitamos la chispa que es Yeshúa, necesitamos el Ruaj Hakodesh que es el oxígeno para favorecer el proceso, necesitamos el sacrificio que vamos a quemar, ya no son animales, sino nuestras oraciones y la alabanza, que son el incienso que sube como humo delante de la presencia del eterno.
Esta leña debía ponerse cada mañana, y acomodar el holocausto sobre él [Lev. 6:12], es decir que cada mañana debemos preparar el holocausto que es nuestra oración y alabanza y encenderlo para que haya fuego y que suba el humo del incienso; y para que suba a la presencia del santo y verdadero, debe ser un incienso puro y santo.
“Dijo además HaShem a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo” [Éx. 30:34-35]
Amigo lector, el fuego del altar debe arder continuamente, no se apagará. Para que esto pase debemos actuar y preparar cada día nuestro holocausto digno, santo y puro delante de la presencia del eterno, con oración, arrepentimiento, alabanza y acción de gracias.
Que podamos ser ese altar que arde continuamente y que nuestra llama no se apague nunca, en el nombre de Yeshua HaMashiaj.
Shavua Tov.
Referencias
[1] Strong, James (2003). Concordancia Strong exhaustiva de la biblia. Editorial caribe. Pág. 78.
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