Esfuérzate y anímate

Por: Martha Tarazona

חֲזַ֣ק ḥăzaq, esfuérzate y וֶאֱמָץ֒, ve᾿ĕmāṣ, anímate. Cualquiera que sea hoy nuestra necesidad, el eterno nos dice: Esfuérzate y anímate, porque nada se sale de sus manos, porque HaShem hace lo que quiere, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos [ Sal. 135:6].

La parashá Vayelej (Y fue), menciona que Moisés tenía 120 años y HaShem le había dicho que no pasaría el Jordán. Por ello, “llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró HaShem a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y HaShem va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides [Dt. 31:7]”

¿Quién era Josué?

Josué era servidor de Moisés y subió con él al monte de HaShem cuando fueron dados los mandamientos [Ex.24:13]. Josué era hijo de Nun [Ex 33:11]. También junto a Caleb dio un buen reporte de la tierra de Israel [Num. 14:6]. Era llamado Oseas y Moisés le cambió el nombre “Estos son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a Oseas hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué” [Num. 13:16]. “El Targúm Yonatán traduce: Cuando Moshéh vio la modestia de Hoshé’a (Oseas), lo llamó Yehoshú’a (Josué). Moshéh temía que su gran timidez le impidiera oponerse a los demás exploradores; por esto agregó a su nombre la letra yud [1].

Una vez murió Moisés; HaShem habló a Josué y le dio la orden de pasar el Jordán junto con el pueblo a la tierra y le hizo las siguientes promesas [Jos. 1:1-9]:

  • “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie”.
  • “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”.
  • “…tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos”.
  • “… para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas”.
  • “… entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
  • “…porque HaShem tu Di-s estará contigo en dondequiera que vayas”.

El condicional para que estas promesas se cumplieran era: Esfuérzate y sé valiente.

¿Por qué es tan importante el esforzarse y ser valiente?

“Moshéh no le ha dado a su sucesor un programa de acción a realizar, pero si le repitió varias veces la advertencia que debía ser fuerte y firme; temía verdaderamente por el futuro de Israel en caso de que no los condujese con mano firme. En el Talmud (Ber.32b) se nos enseña que cuatro Mitzvót necesitan ante todo de firmeza y determinación para ser practicadas: el estudio de la Toráh, las buenas obras, la plegaria en común y el ejercicio de la tradición” [1].

La palabra esforzarse es חֲזַ֣ק ḥăzaq, # 2388 del Strong-concordancia bíblica, que significa: dedicar, echar mano, prevalecer, vencer, ser fuerte, animar, arrebatar [2].

La palabra anímarse es וֶאֱמָץ֒, ve᾿ĕmāṣ, # 553 del Strong; que significa: estar alerta, afirmar, animar, esforzar, fortalecer, prevalecer, alentar, valiente [2].

Ser valiente es no tener temor, es creer en las promesas del eterno, como lo hizo Caleb. “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” [Num. 13:30].

También, Pablo invitó a la gente a tener buen ánimo cuando estaban bajo una tempestad: “Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Di-s de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Di-s te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Di-s que será así como se me ha dicho” [He. 27:22-25]

Igualmente, David, mostró su valentía al enfrentarse a Goliat, “Añadió David: HaShem, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y HaShem esté contigo” [1 S. 17:37].

Incluso, en el caso de Nehemías, el pueblo estaba reconstruyendo el muro y Sanbalat se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos; pero ellos pudieron reconstruir el muro, porque fueron esforzados, no tuvieron miedo y se animaron. “Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar” [Nem. 4:6].

Aún, Sadrac, Mesac y Abed-nego, no tuvieron miedo de las consecuencias de no adorar las estatuas impuestas por Nabucodonosor, ellos sabían que HaShem los respaldaría. “He aquí nuestro Di-s a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. [Dn. 3:17] y así fue; fueron echados al horno de fuego; pero este no tuvo poder sobre sus cuerpos, ni aún su cabello se quemó, sus ropas quedaron intactas y ni siquiera olor de fuego tenían. Echaron a tres hombres y vieron a cuatro hombres, el aspecto del cuarto era semejante a hijo de los dioses; era un ángel.

También Daniel, fue echado en el foso de los leones, por ser fiel a HaShem y no a adorar a otros dioses y tenía la convicción que HaShem lo libraría. “Y acercándose el rey al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Di-s viviente, el Di-s tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Di-s envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo” [Dn. 6:20-22]

¿Cómo aplica esto a nuestra vida?

Como expresa Rav. Shaul, le fue dado un aguijón en la carne, para que no se enalteciera “respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Yeshuá” [2 Co. 12:9].

Todos tenemos un aguijón en la carne, debilidades que nos permiten entender que somos pasajeros, que el Eterno gobierna nuestra vida y no nosotros a nosotros mismos, decía Jeremías “Conozco, oh HaShem, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” [Jer. 10:23]; es decir que el eterno es quien nos dirige, y nos dice ¡Esfuérzate y anímate! para poder heredar las promesas; como se lo dijo a Josué; que nunca nos dejará, ni nos desamparará, que nos irá bien en todo lo que emprendamos, que nuestro camino será prosperado y todo nos saldrá bien, y estará con nosotros a donde quiera que vayamos. Recibiremos las bendiciones de Dt. 28: 1-14, si cumplimos los mandamientos citados en Éxodo 20 y en pocas palabras ¡nos irá bien!

Amigo lector, si has llegado hasta este punto de la lectura, considera que, así como Yehoshú’a, Caleb, Nehemías, Pablo, y muchos otros siervos de HaShem, fueron esforzados y valientes, en tener la determinación para actuar, y para animar a otros a conquistar, a trabajar y a avanzar; por mas dificultades, debilidades, pruebas o aguijón en la carne que hoy tengamos debemos ¡esforzarnos y animarnos!, porque HaShem mandará a sus ángeles que nos sean propicios, así como lo hizo con Sadrac, Mesac y Abed-nego quienes fueron librados del fuego y con Daniel quien fue librado de los leones. Cualquiera que sea hoy nuestra necesidad, dolencia, enfermedad, situación, dificultad, el eterno mandará sus ángeles y defenderá nuestra causa. “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Di-s estará contigo en dondequiera que vayas” [Jos. 1:9].

Esfuérzate y anímate, Shavua Tov.

Referencias

[1] Munk, E. (2001). La voz de la Toráh. Comentario del pentateuco. Edición original en francés. Fundación Samuel y Odette Levy. Paris.
[2] Strong, James (2003). Concordancia Strong exhaustiva de la biblia. Editorial caribe.

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Martha Tarazona

Miembro de la comunidad Yovel, Dra. Ingeniería de Alimentos. “Nada tenemos que no hayamos recibido” [1 Cor. 4:7]