El valor de la Libertad

Por: Carolina Aguirre

¿Te consideras una persona libre? ¿Conoces el privilegio de vivir en Occidente? ¿Conoces las formas contemporáneas de esclavitud y la amenaza de la pérdida de libertades?

La Parashá de esta semana, VaYeshev (“Y se sentó”), nos presenta la palabra «sentarse» (raíz י-שׁ-ב) que adquiere distintos significados según el contexto. En hebreo moderno, יושב (ioshev) también se usa para referirse a estar en la cárcel, como en la expresión יושב בכלא (ioshev ba-kele), que literalmente significa «sentarse en la cárcel.» Se puede preguntar: ¿Al ma hu ioshev? («¿Por qué está en la cárcel?»). Esto conecta directamente con la historia de José en esta Parashá, quien estuvo «sentado» o en prisión cumpliendo una condena injusta durante varios años.

Aunque los eventos de la vida de José ocurrieron hace siglos y parecen tan lejanos, casi irreales frente a nuestra moderna cotidianidad, si nos detenemos a analizar su historia vamos a empezar a encontrar paralelismos con muchas situaciones actuales, realidades que comparten la misma esencia de aquella que vivió José.

La historia de José trasciende el tiempo al reflejar una dolorosa verdad que ha marcado la experiencia humana durante siglos, la historia de innumerables personas inocentes enfrentadas a tragedias similares. Desapariciones forzadas, secuestro, esclavitud, tráfico humano que atraviesa fronteras, falsas acusaciones legales y condenas injustas sin pruebas suficientes. Todas estas formas de opresión tienen un hilo común que las une: la pérdida del derecho fundamental a la libertad.
A pesar de los juicios que culpan a José de su sufrimiento por arrogancia o privilegios, su historia refleja la injusticia que sufren muchos inocentes. Es fácil juzgar, pero los crímenes como el secuestro nunca son justificables. Es un acto tan perverso que la Biblia no tiene ningún reparo en condenarlo con la pena de muerte. Éxodo 21:16 y Deuteronomio 24:7.
El secuestro y el tráfico humano son tragedias que afectan no solo a las víctimas directas, sino también a sus familias. Testimonios de sobrevivientes revelan el daño psicológico profundo que estas experiencias causan.
En nuestras mentes hoy permanece vivo el tema del secuestro de las víctimas que aún continúan en cautiverio después de la tragedia del 7 de octubre de 2023 en Israel. En su momento, no faltaron los dedos acusadores y los discursos supra espirituales que se apresuraron a señalar a las víctimas, argumentando que su tragedia era un castigo divino, dado que algunos de los secuestrados se encontraban en una fiesta pagana. Sin embargo, pocos se detuvieron a reflexionar o investigar más allá para darse cuenta que entre las víctimas, también había un número considerable de trabajadores de los kibutzim, no solo israelíes, sino también provenientes del sudeste asiático. Tailandia, en particular, fue el país extranjero más afectado, con un saldo trágico de 28 muertos, 16 heridos y 17 personas secuestradas.

Culpar a las víctimas de tragedias por su sufrimiento es irresponsable. Si José contara su historia hoy, enfrentaría comentarios faltos de empatía, culpándolo por lo ocurrido. Su experiencia es un recordatorio de las injusticias humanas y la falta de empatía hacia los inocentes.
Reflexionar sobre el secuestro y la esclavitud moderna nos lleva a reconocer privilegios que damos por sentados y la ignorancia que tenemos sobre la realidad de otros. Hoy, se estima que 50 millones de personas son víctimas de esclavitud moderna, una cifra que probablemente es inferior a la realidad.
Durante mi experiencia en el área consular de una Embajada, recibimos una alerta sobre un caso de jóvenes víctimas de trata de personas. Afortunadamente, tuvimos la oportunidad de colaborar con una representante excepcionalmente diligente de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y con una recién creada división gubernamental local dedicada a combatir este problema. Gracias a esta cooperación, se logró rescatar y repatriar con éxito a las tres jóvenes.
En paralelo a este caso, recibimos una notificación de una persona que contactó a la Cancillería de Colombia para solicitar ayuda en favor de una familiar que trabajaba como empleada doméstica, pero que estaba siendo retenida contra su voluntad por sus empleadores. Tras localizar la residencia, ubicada en uno de los sectores más exclusivos de la ciudad, conocido por sus imponentes casonas, se organizó un operativo conjunto con la policía local en el cual se logró rescatar a la señora y recuperar su pasaporte, el cual le había sido retenido por sus patrones.
Al reflexionar sobre estos casos, veo que ambos rescates resultaron relativamente sencillos gracias a que las víctimas lograron comunicarse con personas de confianza que supieron cómo y dónde denunciar, los organismos implicados actuaron con diligencia, y la policía tuvo un papel destacado al cumplir su papel con eficacia. Sin embargo, lamentablemente no siempre ocurre así. En ocasiones, los familiares desconocen la situación de las víctimas, o estas se ven paralizadas por las amenazas de sus captores. La situación se agrava en contextos donde la corrupción involucra a funcionarios o policías como cómplices, y más aún es casi que imposible actuar en países donde los propios gobiernos parecen desinteresados o incluso hostiles hacia las personas en situación de vulnerabilidad.


Formas contemporáneas de esclavitud

Explotación laboral forzosa


Existe una forma de esclavitud contemporánea que, aunque conocida y susceptible de ser erradicada, lamentablemente continúa floreciendo a la vista pasiva de todos. La inacción por parte de gobiernos y la comunidad internacional no solo pone en entredicho su compromiso con los derechos humanos, sino que alimenta la percepción de complicidad frente a este grave problema.
¿Alguna vez escuchaste como fueron construidos los imponentes estadios para el Mundial de Futbol que se llevó a cabo en Qatar en el 2022? Fueron construidos bajo un sistema (de explotación) laboral que tiene por nombre Kafala vigente en países del Golfo Pérsico, incluido Qatar. Este modelo permite a empleadores ejercer control total sobre trabajadores extranjeros, quienes enfrentan explotación, salarios mínimos de $275 USD de los cuales se deben descontar los tiquetes aéreos y gastos administrativos, condiciones laborales precarias y vulnerabilidad legal. Durante la construcción de los estadios para el Mundial de Fútbol 2022, se denunciaron miles de muertes relacionadas con explotación laboral, aunque las cifras exactas son controvertidas. El sistema perpetúa prácticas como la retención de pasaportes y la imposibilidad de cambiar de trabajo o abandonar el país sin permiso, dejando a los trabajadores desprotegidos y en riesgo de encarcelamiento o deportación.
Esta problemática no es nueva en la región, que tiene un largo historial de esclavitud desde el Imperio omaní (1652 – 1856), cuando personas eran traficadas desde África y Asia para trabajar en labores agrícolas, domésticas y como esclavos sexuales. Irónicamente, la ciudad de Doha, en Qatar, alberga un museo de la esclavitud, pretendiendo haber superado esta mancha histórica, mientras las prácticas actuales demuestran que la explotación sigue latente, disfrazada de legalidad.
“Reclutamiento forzoso” o secuestro de niños y adolescentes para la guerra
La guerra en nuestro país duele, la noticia del hallazgo de fosas comunes de niños y adolescentes en el Cauca con tiros de gracia fue demasiado perturbadora. En Colombia, los grupos armados ilegales han recurrido durante décadas al reclutamiento forzoso de niños y adolescentes, arrebatándoles su infancia para convertirlos en soldados de una guerra que no entienden.
Estos menores, vulnerables por su contexto de pobreza o desplazamiento, son sometidos a entrenamientos forzados para cometer actos atroces, incluyendo el asesinato de otros seres humanos. Su inocencia se diluye en medio de la violencia, y aquellos que intentan escapar de los horrores que viven enfrentan un destino igual de trágico: la muerte a manos de sus captores, quienes los ven como una amenaza ya que conocen demasiados secretos del grupo y pueden ser “sapos” o delatores. Este círculo de violencia perpetúa el sufrimiento de niños que deberían estar en las aulas o jugando, pero terminan atrapados en una guerra sin salida.


El enjuiciamiento injusto de sobrevivientes de secuestro o tráfico humano


Muchos sobrevivientes de esclavitud moderna o secuestro enfrentan una segunda tragedia al ser tratados como criminales por sistemas judiciales que ignoran su condición de víctimas. Tras soportar años de abusos, personas son procesadas en el mundo por delitos cometidos bajo coerción, como robo, tráfico de personas o incluso homicidios, siendo obligados a actuar para sobrevivir. En lugar de recibir apoyo y justicia, son enjuiciados y condenados, pasando de víctimas a victimarios. Estas personas, que ya cargan con profundas cicatrices físicas y emocionales, se ven atrapadas en cárceles, doblemente castigadas por una sociedad incapaz de reconocer las complejidades de su sufrimiento.


Esclavitud amparada por cultos y religiones


La esclavitud moderna no siempre se presenta en formas físicas y visibles como la explotación laboral o el tráfico humano. En ocasiones, adopta formas más sutiles, pero igualmente opresivas, como aquellas asociadas a cultos o religiones manipuladoras. En estos contextos, la víctima es coaccionada a través de la manipulación psicológica y emocional, llevándola a creer que su fe o doctrina es la única verdad absoluta. Suelen ser sometidas por completo a las normas de la doctrina, que con frecuencia incluyen renunciar a bienes materiales, cortar lazos familiares, trabajar sin remuneración o incluso soportar abusos físicos y psicológicos en nombre de una supuesta «purificación».
Entrar a ciertos cultos o religiones puede parecer sencillo, pero salir suele ser peligroso. Los líderes utilizan manipulación, amenazas y violencia para mantener el control, castigando a quienes intentan escapar, incluso con la muerte. Hay un tema de Crímenes de Honor o Asesinatos de Honor, en donde es la misma familia quien ejecuta a aquel familiar que deserta. Lo más perturbador es que estos crímenes suceden ahora en países de Occidente como Canadá e Inglaterra y la policía no interviene por tratarse de otra cultura y evitar recibir un rótulo de “Fobia” contra esa religión.


La pérdida de libertades en Occidente


A medida que la composición de la sociedad de Occidente cambia por el tema de las migraciones, al tiempo que la educación se ve influida y afectada por grandes donaciones provenientes de dinero de Oriente Medio, presenciamos cómo se ha visto afectada la mentalidad de la juventud que supuestamente aboga por las libertades. Fuimos testigos después del 7 de octubre de 2023, de cómo un tema de terrorismo fue justificado y defendido en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos.
Tan solo Qatar, uno de los países más ricos del mundo, donó $4.7 mil millones entre 2001 y 2021 a las universidades americanas, logrando moldear narrativas políticas y sociales, limitando la independencia académica y favoreciendo representaciones parciales sobre temas como el islam o el Medio Oriente.
En Colombia, no estamos lejos de ver también un cambio más acentuado en la ideología de la juventud. Tan solo la semana pasada vimos como nuestro gobierno acabó de firmar con Qatar el acuerdo “Memorando de Entendimiento para la Cooperación en Educación, Educación Superior e Investigación Científica”, sin duda una estrategia más para continuar la conquista de Occidente.
Solo quienes han logrado escapar y sobrevivir a la privación de la libertad comprenden plenamente el verdadero valor de las libertades que disfrutamos en Occidente, y para ellos, resulta incomprensible que una nueva generación apoye sistemas que amenazan con destruir la libertad y la democracia.
El tema de la afectación a la libertad tiene tantos matices, que se quedan muchos temas sin tratar, sin embargo, la enseñanza que podemos obtener derivada de la historia de José, el hijo de Jacob, es que a pesar de todas las injusticias que un ser humano pueda padecer, la justicia al final siempre reinará, ya sea en este mundo o en el venidero cuando Mashiaj venga a gobernar.

“Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está el santuario de Dios! Él habitará en medio de ellos y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. 4 Él enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte ni llanto, tampoco lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir». Apocalipsis 21:3-4

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¡Shavúa Tov!

REF:

 

Carolina Aguirre

Soy comunitaria de Yovel y profesora de Benei Mitzvah.