El Di-s que todo lo puede

Por: Natalia Lara

Esta parashá narra como las quejas de Israel eran precedidas por los milagros del Eterno, pero… ¿Qué hay de nosotros? ¿en qué nos concentramos? ¿en las cosas que nos faltan o en sus promesas?

La parashá de esta semana Beshalaj -cuando envió- [Ex 13:17-17:18] narra uno de los más grandes acontecimientos de la historia de Israel: el paso del Mar Rojo. Cuenta cómo Di-s convirtió el mar en tierra seca y éste les fue una muralla de agua a su derecha e izquierda [Ex 14:21-22]. Pero éste, no es el único milagro que recibió el pueblo en ésta etapa, pues el Eterno los guiaba todo el tiempo con una columna de nube en el día y columna de fuego en la noche [Ex 13:21-22] y ésta se puso detrás del pueblo de Israel separándolo de los egipcios que los perseguían, siendo luz para los hebreos, pero tinieblas para sus adversarios [Ex 14:20]. Por si fuera poco, Di-s sembró confusión entre el ejército egipcio, atascó las ruedas de sus carros y los hundió en el fondo del mar [Ex 14:24-28]; pero no solo derroto a los egipcios, sino también sobre los amalecitas, entre otros pueblos [Ex 17:10-13]. Los sacó, los cuidó y les dio provisión; convirtiendo las aguas amargas de mara en aguas dulces [Ex 15:24], sacando agua de la roca [Ex 17:5-6] y como alimento codornices [Ex 16:13], el maná [Ex 16:14-15] y una doble porción para shabat [Ex 16:22-25].

Sin embargo, parece que tantos milagros no fueron suficientes para evitar la queja del pueblo, la cual se escuchó no pocas veces durante esta parashá: por la persecución de los egipcios que los acorraló frente al mar Rojo [Ex 14:10-12], por no poder beber las aguas de Mara [Ex 15:23], ni encontrar agua en Refidín [Ex 17:3] y porque parecía mejor el pan y la carne de la esclavitud -Egipto- que  el hambre en la libertad -el desierto- [Ex 16:3].

Eso pasó con Israel, pero ¿qué hay en cuanto a nosotros?  acaso ¿estamos más concentrados en las cosas que nos faltan o en lo que nos preocupa, que en los milagros del Eterno? … Hay una condición médica que bien podría describir esta situación: se llama hipocondría (DSM-IV) o trastorno por ansiedad a la enfermedad (DSM-V) a. La ansiedad se describe como la angustia o preocupación generada por acontecimientos futuros, el anticiparse con temor a un peligro antes de que suceda, lo cual se acompaña de malestar o síntomas físicos (1). La característica principal de la hipocondría es la preocupación y el miedo de tener -o incluso la convicción de padecer- una condición médica grave, a partir de la interpretación personal de síntomas físicos, a pesar de que las exploraciones y explicaciones médicas descartan una enfermedad en el paciente (2).

Muchas veces nos comportamos como “hipocondríacos espirituales” …no porque no existan “problemas reales” y dificultades; sino porque éstas nos generan tanta tristeza de espíritu y angustia, que nos enfocamos más en lo terrible que está ocurriendo o lo fatal que “podrá ser” y le damos más importancia a nuestras quejas y angustias que a las promesas del Eterno. Es así como persiste la preocupación, a pesar que el diagnóstico de nuestro médico -el Eterno- es claro: “Aquí en el mundo tendrán muchas aflicciones; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” [Jn 16:33].

De hecho, en esta parashá [Ex 15:26], El Eterno se presenta como יְהוָ֖ה רֹפְאֶֽךָ -Adonai Rafá: El Señor que sana-. La palabra רֹפְאֶֽךָ (rafá S.7495) significa médico, sanar, reparar, curar y mejorar. Es precisamente éste el verbo que se usa en [Jer 33:6]: “He aquí que yo les traeré sanidad y medicinay los curaréy les revelaré abundancia de paz y de verdad”. Él puede curarnos no solo de nuestra angustia espiritual, sino también de nuestras dolencias físicas.  

La palabra enseña que la sanidad viene de la mano del perdón de pecados y la restauración espiritual [Sal 41:4, Sal 103:3, Jer 3:22, Jer 17:14]. De hecho, cuando Yeshúa murió en el madero, no solo llevó nuestros pecados para salvación, sino también nuestras enfermedades para sanidad: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” [Is 53:5]. Para que la cura venga, se necesita un corazón quebrantado [Sal 147:3], dispuesto a clamar delante de Él [Sal 30:2] y a creer que su palabra -sus promesas- siguen vigentes para traer sanidad [Sal 107:20, Mt 8:8].

Pero hay algo más: debemos reconocer que aún nuestras dolencias -tanto físicas como espirituales- provienen de Él y por tanto tienen propósito. Esto no quita la responsabilidad del cuidado de la salud, ni que muchas dificultades vengan por nuestros errores; sino que, se trata de reconocer que es Él quien tiene la soberanía sobre las consecuencias: “Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad” [Dt 32:39, Job 5:18, Os 6:1]

¿Por qué causaría el Eterno una herida?… también en esta parashá hay respuestas: cuando los Israelitas se sentían perseguidos y acorralados por los egipcios, Di-s veía más allá de su sufrimiento: “Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, para que los persigan. ¡Voy a cubrirme de gloria a costa del faraón y de su ejército, y de sus carros y jinetes!” [Ex 15:17] ¡Lo mismo dijo Yeshúa sobre las enfermedades! “…Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Di-s, para que el Hijo de Di-s sea glorificado por ella” [Jn 11:4].

La enfermedad -al igual que la prueba- nos acerca al corazón del Eterno y nos hace reflexionar sobre nuestro propio proceder, y aunque sea más fácil poner esperanzas en lo visible -los médicos y la medicina- puede transformar profundamente nuestra fe y concentrarla en lo invisible: El Eterno, Yeshúa y sus promesas. “He visto sus caminos, pero lo sanaré; los guiaré y lo colmaré de consuelo. Y a los que lloran por él les haré proclamar esta alabanza: ¡Paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca! Yo los sanaré” [Is 57:18-19].

Shavua tov!

Bibliografía

  1. Ayuso Gutierrez JL: Prólogo a: trastornos de ansiedad, guía práctica para diagnóstico y tratamiento. En: http://www.bvs.hn/Honduras/pdf/TrastornoAnsiedad.pdf
  2. http://www.psicomed.net/dsmiv/dsmiv8.html

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Soy hija de Di-s, recién casada, miembro de la Kehilat Mésianica Yovel, pediatra y por misericordia del Padre Eterno trabajo con los niños de la reclusión de mujeres El Buen Pastor en Bogotá.