Aprendiendo de la levadura

Por Natalia Lara

¿Por qué la levadura es la protagonista de esta fiesta y qué podemos aprender de
ella?

Esta semana se celebra la fiesta de Jag hamatzot (panes sin levadura) según lo ordenado por Hashem: “Este es un día que por ley deberán conmemorar siempre. Es una fiesta en honor del Señor, y las generaciones futuras deberán celebrarla. Durante siete días comerán pan sin levadura, de modo que deben retirar de sus casas la levadura el primer día” [Ex 12:14-15, Lv 23:5-6, Dt 16:3-4].

Existen 2 tipos de levadura: Jametz se define como cualquiera de los cinco tipos de grano — trigo, espelta, cebada, avena y centeno — que han entrado en contacto con el agua durante más de 18 minutos y Se’or la masa altamente fermentada que puede fermentar otras masas. De aquí se desprenden dos mandamientos: uno biur jametz (deshacerse del jametz) y dos bedikat jametz (destruir físicamente el jametz); que buscan garantizar tanto no poseer levadura como no comerla.

Por un lado, no poseer levadura, se resume a buscar toda miga (mayor a 30 gramos según la halajá) que esté en casa y se constituya levadura. Por lo que limpiar la casa de levadura, implica deshacerse de todas las migajas y restos de levadura que puedan haber escondidos en casa en armarios, bibliotecas, rincones, etc. Según la halajá, se hace de noche, porque si existe un rincón en el que se deba usar luz artificial, ésta funciona mejor de noche, así que – por lo menos en teoría – en un sitio que pueda inspeccionarse bajo la luz natural podría hacerse la búsqueda de día, pero todo lo que requiera la luz artificial debería hacerse en la noche. Y se hace el 14 de Nisan previo a Pesaj, para garantizar que toda la comunidad este en un mismo espíritu haciendo limpieza.

No comer levadura, que en teoría pareciese más simple es un poco más complicado. No se trata solo de dejar de comer productos de panadería leudados, o derivados de los 5 granos, sino también se incluyen productos como el vinagre y la cáscara de las uvas que poseen levaduras naturales que deben excluirse de la dieta. Pero aún hay más… No comer levadura, implica no permitir que nuestros alimentos se contaminen de levadura, lo que significa una limpieza minuciosa de todo aquello que pudiera estar en contacto con nuestros alimentos y contaminarlos de levadura. Este proceso inicia en la cocina: limpiando estantes, repisas, vasijas, horno, nevera, mesón, armarios y cualquier sitio que pueda contener trazas de levadura que puedan caer accidentalmente a nuestra comida y contaminarla. Más allá de esto hay cosas que pueden ser “transportadores de levadura” de los cuales ésta podría desprenderse imprevistamente e invalidar los alimentos: en la ropa que nos pongamos, entre los libros, en la cama – a propósito, no debería comerse
en la cama -, en los juguetes infantiles, sillones, manijas, interruptores….

Esto implica una búsqueda más exhaustiva… no se trata de hacer del tiempo previo a Pesaj, una oportunidad para la limpieza anual de casa, sino más bien, prepararse de antemano para que la levadura no esté en sitios donde no debería estar – como por ejemplo la cama – y tomarse el tiempo suficiente la noche del 14 de Nisan para hacer una búsqueda adecuada.

La halajá enseña que mientras limpiamos nuestra casa de la levadura física, debemos limpiar nuestra cabeza de la levadura espiritual… Rab. Shaul dijo que “Celebremos la fiesta no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad.” [1 Cor 5:8]. Si el objeto de todo es deshacernos de las cosas que “estorban” en nuestra vida, entonces ¿Cuál es el propósito del Eterno de celebrar una fiesta con esta restricción en la dieta? ¿No sería más sencillo pedirnos que nos deshiciéramos del pecado, la avaricia, etc?

La levadura tiene mucho que enseñar, y tal vez por eso fue que Hashem decidió excluirla de la dieta. En principio porque al tener la virtud de volverse migajas (ya que es una de las características de las harinas amasadas) puede sutilmente estar en sitios que no lo pensarías y ocultarse si no haces una búsqueda cuidadosa. Del mismo modo, tanto el pecado como los malos rasgos del Yetzer Hara (inclinación al mal) pueden ser tan sutiles, que ha menos que hagamos un minucioso examen de conciencia podríamos no darnos cuentas de ello. Claramente, ningún creyente pensaría en matar o robar… pero ¿qué pasa con la impuntualidad, la irresponsabilidad o la procrastinación? …eso también es levadura.

Por otro lado, las dietas de restricción te permiten caer en cuenta de cuantas cosas a tu alrededor están contaminadas justo del alimento que quieres comer. Cuando pensamos en no comer levadura en principio pareciera solo tener que excluir los productos de panadería, pero al investigar o leer etiquetas y darnos cuenta cuantas cosas contienen leudantes, podemos pensar en una parte de nuestra vida que fácilmente carga levadura: el lenguaje. Cosas como hacer comentarios de otros “sin mala intención”, decir mentiras piadosas, quejarnos, chistes de doble sentido; son actitudes diarias que pocas veces creemos que son levadura, porque estamos tan habituados a hacerlos con todos (amigos-familia- compañeros de trabajo) que olvidamos que delante del Eterno son detestables. Aunque puedan parecer cotidianas, comunes o hasta graciosas: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan” [Efe 4:29].

“Un poco de levadura fermenta toda la masa” [Gal 5:9]. Esa, es la última característica de la levadura a la que quiero referirme. Así como la proporción de levadura necesaria para fermentar la harina es muy pequeña (7 gramos por cada kilogramo, tan solo un 0,7%), hay “pequeñas actitudes” que podrían terminar fermentando lo que somos y desviándonos del propósito del Eterno: guardar rencor, no cerrar ciclos, la falta de perdón. Toda levadura por pequeña que sea debemos buscarla y sacarla de nuestra vida, como dijo Yeshúa “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda” [Mt 5:23-24].

Si en este ciclo no hiciste la limpieza como se debe, hay 2 maravillosas noticias: primero, aún la fiesta no ha terminado y segundo, aún tenemos más fiestas de jag hamatzot para intentarlo – por lo menos por un par de años -. Pero lo mejor, es que el ejercicio de vivir sin levadura espiritual es algo que podemos hacer a diario, entrenarnos permanentemente en detectar contaminantes espirituales y eliminarlos de nuestra vida, pues un poco de mala levadura puede contaminar todo fruto que queramos dar, en palabras de Yeshúa “Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán” [Mt 7:18-20].

Shavua tov!

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Natalia Lara

Soy hija de Di-s, esposa, madre, miembro de la Kehilat Mesiánica Yovel y pediatra.