El Ayuno de Kipur
Por Familia Barrios Lara
«Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa.” [Mateo 6:15]
Ayunar en Yom Kipur (Día de la Expiación) es un mandamiento que nadie dudaría en quebrantar. Sin embargo en la Tanak (Antiguo Testamento), ninguno de los 3 textos que se refieren al día de la expiación [Lv 16: 20-31, 23:26-32 y Nm 29:7-11] hablan literalmente de ayunar. Es más la palabra ayuno [צוּם –tsum– strong 6684] y ayunar [צוֹם –tsome– strong 6685]… !No aparecen en la Toráh (Pentateuco)! Su primer referencia es en el libro de Jueces 20:26 (ayuno) y en II Samuel 12:16 (ayunar). ¿Por qué entonces ayunamos en Yom Kipur?
En los textos ya mencionados la palabra Kippur [כִּפֻּרִים -strong 3725. Expiación, expiaciones] se conecta con la palabra anah [עָנָה -strong 6031. Estar inclinados o afligidos], y textualmente se nos pide que sea un día de aflicción. Siendo la comida una fuente de placer, claramente ayunar se convierte en una forma de afligir nuestro cuerpo.
Biológicamente el ayuno produce algo más que aflicción. Por un lado la energía se privilegia para los órganos que mas lo necesitan (corazón y cerebro) y disminuye para los que son menos importantes (intestinos, piel y músculo). Por otro, el cuerpo usa fuentes de energía internas (grasas y músculo) para producir glucosa, el principal combustible del organismo.
A nivel espiritual ocurre algo similar. El ayuno hace que nos olvidemos de lo externo (piel), las ocupaciones (músculos) y nuestros apetitos (intestinos) para concentrarnos en lo que pensamos (cerebro) y las motivaciones de lo que hacemos (corazón) [Is 58:13]. Además debemos quemar nuestros excesos (grasa) y nuestra propia fuerza y autosuficiencia (proteínas) para encontrar en Dios la verdadera fuente de energía.
Yeshua (Jesús) nos enseña [Mt 6:16-18] que el ayuno no lo hacemos para que otros vean lo espirituales que somos, tampoco para recibir una recompensa proporcional a las horas o los días de ayuno que tenemos. El ayuno verdadero tiene que ver con romper lo que nos ata -espiritual y materialmente-, solucionar con otros aquello en lo que los hemos oprimido y agraviado, y practicar la justicia y la misericordia [Is 58:7,10].
En el ayuno de Kipur nos parecemos a los ángeles no porqué nos visitamos de blanco, cantemos coros celestiales o no comamos ni bebamos; sino porque podemos -al menos por una vez al año- renunciar a todo lo que tenemos para darnos cuenta que Dios es todo cuanto necesitamos. Tzom kal kehila!
Por Familia Barrios Lara