No maldecirás al príncipe de tu pueblo
Por: Martha Tarazona
“Padre eterno líbranos de hombres perversos y malos, porque como está escrito no es de todos la fe.”
En la Parashá Mishpatim (leyes) en [Éxodo 22:28] cita: “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.
Vamos a iniciar con la definición de cada una de las palabras de este versículo, para conocer el alcance del mismo.
¿Qué significa injuriar?
Según el Strong injuriar es la palabra #7043 קָלַל (Calál) que significa: despreciar, disminuir, hablar mal, tener en poco.
¿Quiénes son los jueces?
Jueces es la palabra # 5387 נָשִׂיא (nasiy’) definida como persona exaltada, jefe, juez, principal, príncipe, rey. También, neblina que se levanta, vapor.
¿Qué significa maldecir?
Maldecir es la palabra # 779 אָרַר (arar) definida como abominar, hablar mal.
¿Quiénes son los príncipes del pueblo?
La palabra príncipes es la # 5387 נָשִׂיא (nasiy’), definida anteriormente, la cual corresponde a la misma definición de jueces.
¿Cuál es la instrucción del eterno, en cuanto a los jueces y príncipes?
El versículo es claro y la instrucción es no hablar mal.
También Rav. Shaul, en el libro de 1 Timoteo, deja las instrucciones sobre la oración citando que esto es agradable delante de nuestro padre celestial:
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” [1 Timoteo 2:1-4].
Según Rashí, dice que está escrito “Elohim” = Dios; término que también se interpreta como “jueces”. Es una advertencia de la maldición a Dios y a los jueces, y habla de que en una situación particular un sabio no se dejó influir y e invocó el siguiente versículo:
“Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra” [Ecl. 10:20].
¿Por qué es la responsabilidad de los creyentes el orar por los jueces y príncipes?
De acuerdo a Rav Shaul en el libro de Tesalonicenses, dice que hemos sido escogidos y llamados para la fe y salvación en Yeshúa, por lo tanto, tenemos el conocimiento de lo que nos corresponde hacer.
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Yeshúa. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
Y el mismo Yeshúa Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.
Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe” [ 2 Tes. 2:13-17; 3:1-2].
¿Cómo debemos orar por los jueces y príncipes o nuestros gobernantes?
El Juez del mundo, Rey de Reyes y Señor de Señores, quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad [1 Timoteo 2:4]. Sin embargo, hay hombres malos y perversos que nunca se van a convertir porque no es para ellos la fe [2 Tes. 3:2], y aún el malo fue hecho para el día malo. “Todas las cosas ha hecho el Señor para sí mismo, Y aun al impío para el día malo” [Prov.16:4].
¿Cómo actuaron los Reyes en los tiempos bíblicos?
De acuerdo a 1 y 2 Reyes, la mayoría de los reyes hicieron lo malo delante del Señor.
Partimos de la premisa que al pueblo de Israel era el mismo Dios el que los dirigía; sin embargo, ellos quisieron parecerse a las demás naciones y pidieron a Samuel Rey y el eterno les envío a Saul como el primer rey.
“Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró al Señor. Y dijo el Señor a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos” [1 Samuel 8:6-9].
¿Cómo podemos interceder por nuestros gobernantes?
Podemos pedirle al eterno que levante buenos consejeros en el gobierno. De acuerdo a la palabra, podemos ver un ejemplo:
“Pasados muchos días, vino palabra del Señor a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria. Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso del Señor. Porque cuando Jezabel destruía a los profetas del Señor, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua” [1 Re. 18:1-4]
El rey Acab fue el esposo de Jezabel e “Hizo lo malo ante los ojos del Señor, más que todos los que reinaron antes de él [1 Re. 16:30], sin embargo tenía a Abdías de mayordomo; el cual era en gran manera temeroso del Señor.
Podemos tener gobernantes malos y perversos en nuestros países; pero el Señor puede poner un Abdías un hombre temeroso del Señor desde su juventud [1 R. 18:12].
Estimado Lector, cuando hablamos de reyes y príncipes lo vemos desde el punto de vista de gobernantes, sin embargo, desde el concepto que se definió inicialmente, también la palabra hace referencia a jefe o persona exaltada.
En nuestra vida, el primer respeto que debemos es a nuestros padres como autoridad dada por Dios, a nuestros jefes en los lugares de trabajo, a nuestros líderes en las iglesias o comunidades y a los jefes de gobierno.
Por ello, para interceder por nuestro país, debemos iniciar por examinarnos si respetamos y hablamos bien de nuestros padres, jefes, pastores, alcaldes, gobernadores, presidentes y de cada persona con la interactuamos que tiene un nivel superior al nuestro.
Le invito a realizar esta oración:
“Tuya es, oh Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Señor, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos” [1 Cron. 29:11].
Padre eterno, perdóname por haber hablado mal de mis padres, jefes, pastores, gobernantes y ayúdame a ser sabio para orar, y ni aún en mis pensamientos no pensar mal:
“Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra” [Ecl. 10:20].
Padre hoy nos unimos y clamamos por Colombia y te pedimos conforme a tu palabra que nos guardes de hombres malos y perversos, y que levantes hombres temerosos de ti, que estén cerca de los gobernantes y que puedan estar firmes en su fe y ser usados por ti.
Padre que podamos ver tu mano, y que podamos ver la libertad de nuestro país en el nombre de Yeshua HaMashiaj. Amén.
Shavua Tov
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Referencias
- Munk, E. (2001). La voz de la Torah. Comentario del pentateuco. Edición original en
Fancés. Fundación Samuel y Odette Levy. Paris. - Aiken, L (2003). Ser una mujer judía. Antología sobre la mujer judía. Edición
especial y publicación. King Salomon, Torah y arts, Jerusalem-Bogotá. Pág. 118.
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