¿Quién manda a quien?

Por: Natalia Lara

“¿Cómo entender que podemos controlar algo en un mundo en el que todo es controlado por Di-s?”

El libre albedrío es la capacidad de los seres humanos de elegir ante cada situación que se presenta en la vida. Este es un tema que ha intrigado a la ciencia durante muchos años, y su entendimiento se mueve entre  un modelo determinista y uno incompatibilista. En el determinismo, toda conducta humana está regida por leyes biológicas o necesidades naturales, por ejemplo: comer si tenemos hambre, correr si tenemos miedo, etc. Estos patrones simples construyen patrones más complejos, y es así, como sentimientos como la rabia tienen patrones de acción fijos que se activan de modo diferente dependiendo del contexto -experiencias del pasado, entorno social, educación- pudiendo generar desde una discusión hasta un asesinato. Dado que el mundo natural se rige por las leyes de mecánica y la astronomía, sería impensable creer que la biología no tuviera leyes propias que rigieran el comportamiento.(Robert, K. 2011).

Pero el desarrollo de la física cuántica dió una perspectiva diferente al libre albedrío: el incompatibilismo. Esta teoría defiende que el determinismo es incompatible con el libre albedrío, primero porque existe un abanico de posibilidades ante cada situación y segundo porque la elección está dentro de nosotros y no en algo externo que no podamos controlar. La posibilidad de escoger o evitar una alternativa requiere como condición necesaria la libertad de elección. (Robert, K. 2011).

Hasta ahora se ha demostrado que durante la toma de decisiones en primates y humanos, los actos voluntarios vienen precedidos por una descarga eléctrica específica en el cerebro que empieza entre 500 y 300 milisegundos antes de tener conciencia de la decisión que se va a tomar. (Libet B) Por otro lado enfermedades como las demencias, tumores o infartos cerebrales, anulan la capacidad de tomar decisiones, lo cual demostraría aparentemente que el libre albedrío está controlado por el cerebro. Sin embargo, se ha demostrado también que desde que se produce la descarga hasta que el individuo ejecuta la decisión, existe una ventana de 100 milisegundos, en las que se puede decidir si anular o continuar la acción. Bajo esta perspectiva, la voluntad consciente selecciona qué iniciativas “del cerebro” siguen adelante y cuáles se detienen. (Robert, K. 2011)  Más allá de eso tenemos la firme  convicción que somos más que corriente eléctrica y neuronas, y que estas son sólo el “estuche” para estar en este mundo, más no lo que determina lo que hacemos en el.

En el judaísmo se enseña que “Todo depende de Di-s excepto el temor a Di-s” (Talmud Babli-berajot 33a). Ésta afirmación refleja que es Di-s quien controla todo lo que no depende del libre albedrío: las condiciones naturales, las características anatómicas del ser humano (ser alto o bajo, rubio o moreno), los padres o la ciudad en la que nacimos, etc… Pero la voluntad del hombre -el hacer algo o no- solo depende de él, y ésta es la característica fundamental que distingue al ser humano de los demás seres vivientes. (Rav. Maimonides).

Si bien Di-s controla todo cuanto existe en el universo, Él no es quien decide si escuchamos o no su voz o si cumplimos o no mandamientos: esa elección está en nuestras manos.  La parashá de esta semana כִּי-תָבוֹא  (Ki Tavo: cuando entres, Deut 26:1-29:8) es recurrente en este principio, que si bien, está a lo largo de la Torá, de manera especial se refuerza en Devarim (Deuteronomio) justo antes de entrar a la tierra prometida: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Adonai tu Elohim para guardar y poner por obra todos sus mandamientos…vendrán sobre ti estas bendiciones y te alcanzarán…”[Dt 28:1-2] “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Adonai tu Elohim, para procurar cumplir todos sus mandamientos…que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán…”[Dt 28:15].

Si no tuviéramos libre albedrío y tan solo fuéramos robots condicionados para cumplir todo cuanto Di-s dice, las bendiciones producto de la obediencia y las maldiciones producto de la desobediencia no tendrían sentido. Si el determinismo es verdad, y todo es consecuencia de nuestro instinto, entonces no tiene sentido que Di-s nos premie por las buenas decisiones, ni que venga castigo por las malas acciones… tampoco tendría sentido la muerte de Yeshúa para pagar por nuestros pecados, y permitirnos disfrutar del perdón y la presencia de Di-s. Que Di-s sepa todo cuanto va  a pasar, no anula nuestra nuestra capacidad de decidir, Él conoce como vamos a proceder e intentar acomodar las situaciones para que retornemos al camino correcto: “la mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos”. (Pv 16:9) Pero en últimas, es nuestra decisión si endurecemos el corazón como faraón (Ex 7:13) o dejamos libre al pueblo… si cargamos con el rencor o liberamos mediante el perdón.

La teshuvá es el mejor ejemplo del libre albedrío: Supongamos que un hombre y una mujer tuvieron una relación prohibida pero se arrepienten y vuelven a Di-s; tiempo después vuelven a estar a solas y el amor entre ellos sigue intacto. Si no existiera el libre albedrío ¿Cómo podría explicarse entonces que no caigan nuevamente en pecado, si no es por la capacidad de elegir lo bueno y desechar lo malo?

La libertad de elegir se manifiesta no sólo en escoger el mesianismo, seguir a Yeshúa y guardar shabat y fiestas, sino que, escoger la bendición debe ser un continuo en nuestro diario vivir: decidir callar antes que herir con las palabras, llegar a tiempo y no que nos domine la pereza, y apagar el televisor en vez de contaminarnos con lo que no edifica.

El verdadero libre albedrío llega a su plenitud cuando somos capaces de alinear nuestras elecciones -grandes y pequeñas- con el plan que Di-s tiene para nosotros: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos” [Salmo 143:10] y entonces podremos decir como Yeshúa: “que se haga tu voluntad y no la mía”[Lc 22:42].

¡Shavua tov!

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Bibliografía

Kane Robert. The oxford handbook of free will. Oxford university press, Oxford, 2011.

Rav. Maimonides. Introducción al tratado de pirke avot: Shemoná Prakim. Traducido al español por Isaac Sakkal.

Por Natalia Lara

 Soy hija de Di-s, recién casada, miembro de la Kehilat Mésianica Yovel, pediatra y por misericordia del Padre Eterno trabajo con los niños de la reclusión de mujeres El Buen Pastor en Bogotá.