¿ERES UN LEPROSO?

Por: Sergio Andres Díaz Llanos

¿Qué pasaría si la lepra de la cual habla la Biblia estuviera aún presente en la sociedad? ¿Habría una mínima posibilidad de que hoy fueras un leproso? Investiguémoslo.

La Parashá de esta semana tiene por nombre “Metzorá”, palabra hebrea que ha sido traducida como “Leproso”. Había varias causas para obtener este tipo específico de lepra que hoy ya no existe en la sociedad, pero una de las más conocidas era por hablar mal de alguien. Lo sabemos por la historia de Miriam, hermana de Moshé, quien habló en contra de la relación de su hermano con una mujer de piel morena. ¿Miriam estaba mintiendo? Quizás no. ¿Estaba dando una opinión personal? Quizás sí. ¿Estaba hablando en contra de esa relación? Muy probablemente que sí. ¿Tenía la razón? En su propia opinión, ella tenía toda la razón; pero a los ojos de Dios, claramente se equivocó.

Creo que por el hecho de ser seres sociales con frecuencia estamos hablando de las demás personas y muchas veces cruzamos la línea delgada que existe entre opinar y hablar mal de alguien. Quizás lo que digamos sea cierto. ¿Pero hasta qué punto dar una opinión está bien? o ¿desde qué momento se considera que ya se está hablando mal del otro?.

Muchas veces hacemos comentarios para desahogarnos sobre cosas que nos parecen injustas, ¿pero hasta qué punto es correcto hacerlo?, ¿hasta dónde nos es permitido hablar?, ¿cuál es el límite?.

¿Alguna vez has hablado mal de alguien cercano a ti, ya sea un familiar o un amigo?, ¿O quizás alguna vez en tu vida hayas hablado mal de alguien que ni siquiera conoces en persona, por ejemplo, una pastora, o un político, o un presidente de cualquier país?, ¿O quizás alguna vez hayas hablado mal de una persona que supiste habló mal de otra?.

Posiblemente alguna vez en tu vida haya salido de tu boca algo similar a alguna de estas expresiones:

  • ¡Ay! ¡Pero qué bruto!
  • Otra vez botó la pelota!
  • ¡Es corrupto como todos los demás!
  • ¡Esa mujer es operada!
  • ¡Se nota que está con él por la plata!
  • Ese Pastor se la guarda…

Entonces, si dijiste que si a cualquiera de las anteriores preguntas, probablemente serías elegible para ser receptor de la plaga de la lepra. Pero el que esté libre de este pecado, que deje de leer de este tema.

Sin embargo, los pocos que aún quedan aquí conmigo prosigamos y ahora pensemos: ¿Habría diferencia entre tener un poquito de lepra o bastante lepra? La declaración de la presencia de lepra, ¿depende de la extensión de piel afectada o no? Parece que ya sea poco o mucho de todos modos lepra es lepra y la sentencia sería la misma: ¡Expulsión del campamento!.

Ahora vamos al caso personal. Hubo una situación en tu vida de la cual no querías decir nada, te habías mantenido callado acerca de esa persona, pero en un momento de emoción soltaste las palabras que nunca debiste haber pronunciado y ahora tienes algo en tu piel que no es normal y que lo más probable es que si sea lepra.

Según la Biblia, ¿cuál sería el próximo paso que debería tomar al respecto una persona consciente de que tiene algo fuera de lo normal en su piel? Lo correcto sería ir al sacerdote para una revisión dermatológica. Este sacerdote no pediría una confesión de pecados, sino que revisaría la piel del afectado. Una confesión estaría de sobra, ya que la lepra y el pecado prácticamente eran consecuencia la una de la otra.

Supongamos que el lugar donde te ha aparecido la afección de la piel está en un lugar donde puede ser ocultado con la ropa. Ya sabes que la sentencia por declaración de lepra es la expulsión del campamento. ¿Qué harías tú? ¿Irías inmediatamente a ser evaluado por el sacerdote? o ¿esperarías hasta que la afección se hiciera presente en un lugar del cuerpo donde ya no fuera posible ocultar la afección?

Siendo sinceros, la mayoría de personas en esta situación se daría un “tiempo de espera”, quizás indefinido. Sin embargo, tener esa afección presente sin reportarla, parece no ser legal. Creo que, si fuéramos estrictos con los demás, (que por lo general lo somos cuando no somos nosotros los afectados), diríamos que mantener oculta esa llaga sería equivalente a vivir en el campamento de forma ilegal.

Supongamos que con el paso del tiempo la llaga finalmente apareciera en tu rostro y no hubiera ya forma de ocultar más la presencia de la lepra. No necesitarías tomar tú mismo la decisión de ir al sacerdote, sino que las personas a tu alrededor te ayudarían, ya que ellas serían las primeras en reportar el caso por temor a ser contagiadas de la “plaga”.

Siguiente paso, la persona (en este caso tú) sería llevada al sacerdote para verificación y en el peor de los casos habría una declaración de lepra. Paso a seguir: Declaración pública del leproso de su condición física, teniendo que gritar acerca de si mismo: ¡IMPURO! ¡IMPURO! (Levítico 13:45).

Desafortunado y último paso: ¡Expulsión del campamento!

“Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada.” Levítico 13:46
¿Hasta qué momento duraría la expulsión del campamento? Hasta ser sanado de aquella desafortunada condición.

¿Cuántas personas viviríamos hoy fuera del campamento? O ¿cuántos de nosotros estaríamos viviendo con la llaga oculta de forma ilegal dentro del campamento?,
¿Habría alguna esperanza de ser curado de esta terrible plaga? Parece que esta afección era casi que imposible de ser curada. En la Biblia solo se menciona a un hombre sirio siendo sanado de manera providencial de la lepra y no fue sino hasta la venida de Yeshua que encontramos otros casos de sanidad divina de la lepra.

Esta condición parecía ser un caso imposible y totalmente desesperanzador. Parece que esta enfermedad conectada con causas espirituales sólo podía ser curada por Dios.

Es muy probable que la lepra cubriera a un gran porcentaje de la población teniendo en cuenta no sólo los casos reportados sino también los no reportados y es muy interesante pensar que sólo después de la venida del Mesías Yeshua, este tipo particular de lepra desapareciera en general de la sociedad.

Moshé el leproso

Cuando pensamos en casos de lepra en la Biblia, nuestra atención rápidamente se dirige al caso de Miriam la hermana de Moshé, pero muchas veces no nos detenemos a pensar porque Moshé tuvo lepra, así fuera solo por un breve momento.

Ya habíamos mencionado antes que la extensión de la lepra no significaba si alguien era leproso o no, habíamos dicho que tener lepra, ya fuera en una pequeña área del cuerpo o en toda la piel, simplemente era lepra. Es lo mismo que el pecado, tener un pecado pequeño o un pecado grande no tiene diferencia, tener pecado sin importar el tamaño hace automáticamente a una persona pecadora.

Pero, ¿cuál pudo ser la razón por la que Moshé fue hecho leproso por un breve momento? El episodio se encuentra en los capítulos 3 y 4 de Éxodo, en el momento en que Dios está enviando a Moshé para que salve a su pueblo y él trata de darle varias excusas para convencerlo de que él no es apto para el trabajo encomendado y le sugiere que sería mejor que buscara a otro más hábil que él. ¿La razón de su lepra quizás pudo haber sido por haber él hablado mal de sí mismo? Creo que la razón va más allá de esto.

En Éxodo 4:6, se menciona el momento cuando Moshé queda leproso. En ese versículo se encuentra la expresión מְצֹרַעַת כַּשָּׁלֶג Metzoraat caSheleg: leprosa como la nieve, para referirse a cómo quedó la mano de Moshé. Estas son las mismas palabras que aparecen en la historia de Miriam en Números 12:10 cuando dice que ella quedó leprosa como la nieve מְצֹרַעַת כַּשָּׁלֶג Metzoraat caSheleg.

Si nos detenemos más en la historia de Moshé, vemos que fue Dios quien le infligió la lepra a Moshé y quien también se la quitó como una de las varias señales de demostración de su poder divino. Las señales, dice el versículo cinco eran para que el pueblo creyera que Dios se le había aparecido a él, lo cual básicamente significa que Moshé era escogido y enviado por Dios para salvar a su pueblo de la esclavitud.

La orden que Dios le dio a Moshé fue la de poner su mano en el pecho, luego de lo cual quedó leprosa y después nuevamente debía ponerla en el pecho, momento en el cual quedó completamente limpia. Aún no menciono la razón por la cual creo que Moshé quedó leproso, pero antes de mencionar mi tesis hablemos de Yeshua y su relación con todo este tema.

Yeshua el leproso
Es de sumo asombro que cuando la Guemará pregunta sobre el Mesías: ¿Cuál es su nombre? La respuesta sea: “El leproso.”
Los sabios del Talmud, hablan sobre el Mesías y una de las conclusiones a las que llegan es que el Mesías sería llamado “leproso” por su relación con el pasaje de Isaías 53.

Sanhedrin 98b:14
Y los rabinos dicen: El leproso de la casa de Rabí Yehuda HaNasi es su nombre, como está dicho: “De hecho, él soportó nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores; mas lo tuvimos por agraviado, por azotado de Dios y abatido” (Isaías 53:4). [1]

En internet puedes encontrar personas preguntando la razón por la cual el Mesías es llamado “El Leproso”, pero las respuestas que se ofrecen no parecen dar tampoco una explicación muy clara. Sin embargo, nosotros que creemos en que Yeshua es el Mesías, podemos hacer ciertas conexiones y ver algunas de las razones por las cuales Yeshua es llamado “El Leproso”.

El pecado representa la lepra y Yeshua tomó nuestros pecados, haciéndose pecado por nosotros, es decir, que se hizo leproso por nosotros. “Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.” 2 Corintios 5:21

Los leprosos eran rechazados y menospreciados. Yeshua también lo fue. Además, se dice del Mesías: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.” Isaías 53:3

Quiero regresar al tema que teníamos pendiente con Moshé y su relación con la lepra para mostrar aquí el paralelo de Moshé como figura mesiánica. Moshé también fue inicialmente rechazado y no pudo ser reconocido por su pueblo. “¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?” Éxodo 2:14. Moshé se “esconde” en el desierto para luego regresar a su pueblo y salvar a su pueblo de la esclavitud.

En el caso de Moshe y la señal de la mano leprosa, puedo ver que esta no es más que una señal del Mesías, en donde Yeshua, la mano de Dios, adquiere “la lepra” o “el pecado” porque es Dios quien le inflige este azote, imponiendo sobre él los pecados de toda la humanidad.

Luego de que Moshé adquiere la lepra, Dios le da la orden de esconder su mano leprosa en el pecho, representando a Yeshua cubierto de lepra o pecado “escondiéndose” temporalmente en el pecho del Padre. Moshé recibe la nueva orden de sacar su mano y esta aparece sin ninguna relación con la lepra. Así también Yeshua espera la orden del Padre para salir nuevamente sin lepra, es decir sin relación con el pecado. “Así también el Mesías, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.” Hebreos 9:28

Por último, podemos ver que Yeshua cuando fue ejecutado y debido a haber sido cargado con nuestros pecados, o con nuestra lepra, fue expulsado del campamento, tal y como era la orden de hacer con los leprosos.
“Por lo cual también Yeshua, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos a Él fuera del campamento, llevando su oprobio.” Hebreos 13:12-13

Yeshua se hizo pecado por ti y fue ejecutado fuera de los muros de Jerusalén y lo permitió solo porque anhela encontrarse contigo y con todos los leprosos que fuimos expulsados fuera del campamento por culpa de nuestros propios pecados. Lo único que Él espera de ti y de mi es que hoy reconozcamos que la lepra, o el pecado, está en nosotros y que necesita desesperadamente ser tratada por Él.

¡Shavua tov!

[1] https://www.sefaria.org/Sanhedrin.98b.14?lang=bi&with=all&lang2=en

Soy comunitaria de Yovel y profesora de Benei Mitzvah.