¿Ser feliz o estar bien? He aquí la cuestión
Por: Familia Barrios Lara
La parashá de esta semana Mishpatim, es una porción muy rica en mandamientos (incluye 53 mitzvot), y haciendo honor a su nombre expone diversas leyes orientadas a proteger la seguridad y supervivencia de la sociedad humana.
La parashá de esta semana Mishpatim, es una porción muy rica en mandamientos (incluye 53 mitzvot), y haciendo honor a su nombre expone diversas leyes orientadas a proteger la seguridad y supervivencia de la sociedad humana, tales como las leyes para el buen trato de los siervos [Ex 21:2-8], la protección del pobre [Ex 22:20-24]; la regulación de los tribunales y los juicios [Ex 22: 4-6, 23:1-8] e instrucciones para una buena toma de decisiones en la justicia civil [Ex 21:12, 15, 18-20]
Pero, en este contexto, hay un mandamiento muy especial [Ex 21:9-10]: No privar de sus derechos a la esposa… ¿A qué derechos se refiere? El versículo responde: comida, vestido y עֹנַת ownah (S. 5772); lo cual se ha traducido como “deberes conyugales”, y que en la ketuva (contrato matrimonial) se ha plasmado como la obligación de “alimentar, vestir y hacer feliz” a la esposa.
¿Hacer feliz a una mujer? Eso parece un poco complejo… Sin embargo, los sabios enseñan lecciones prácticas de como un hombre puede hacer feliz a su esposa –más allá del vestido, la comida y la satisfacción sexual-. La felicidad para la esposa radica en poder recibir, y que el hombre explote su capacidad de dar y asumir su rol masculino, de protector y proveedor, de poder lidiar con las dificultades sin hacerse a un lado a pesar del temor. También implica asumir la responsabilidad sobre su hogar y mostrar su liderazgo al solucionar las situaciones grandes o pequeñas. La mujer necesita un hombre que la haga sentir segura y protegida, un hombre que sea fuerte, lo cual se traduce en autocontrol, tal como lo enseña Pirkei avot 4:1 “el fuerte es aquel que controla sus pasiones”.
¿Y por qué la felicidad es una obligación del hombre y no un derecho de la esposa, cómo clásicamente se nos ha vendido nuestro “derecho” a ser felices? Es porque el judaísmo es un sistema de vida que está construido en base a obligaciones en lugar de derechos (Rav Dov Heller). Las obligaciones fomentan nuestra responsabilidad individual y el dar; mientras que los derechos fomentan un sentido de privilegio que puede llevar a la irresponsabilidad… de ésta forma entendemos, que uno no tiene derecho a nada, sino que todo lo bueno que tenemos es un regalo del Eterno.
Y ¿Qué hay de la mujer? ¿Hay alguna obligación para con su esposo? ¿Además de la fidelidad matrimonial?… Aunque no está especificado dentro de la torá, el libro de proverbios nos da una orientación muy valiosa “Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida» [Pv 31:12]. Y esa es la obligación fundamental de la mujer: ser fuente de bien para su esposo.
Hacerle bien, no significa hacer las cosas por él, ni significa “tomar la mejor decisión por él”. Tampoco implica decirle qué hacer, abrumarlo con listas de tareas, ni hacerse cargo de todo. Ser fuente de bien para el esposo, significa darle respeto ¿Por qué? Porque el respeto le devuelve al hombre, algo que el hombre perdió luego del pecado original. Cuando Di-s le dijo al hombre «polvo eres y en polvo te convertirás» [Gn 3:19] no sólo se refería al aspecto material, sino que es una metáfora de la frase «nada eres y en nada te convertirás», es por eso que el hombre debe «trabajar duro» para salir de ese estado, y requiere que la mujer que éste a su lado lo respete, y confié en que será capaz de hacerlo.
¿Qué significa respetar a tu pareja? Significa aceptar sus elecciones, en asuntos grandes o pequeños, aunque no estés de acuerdo. Significa escuchar y mostrar consideración por sus ideas, sus propuestas, su familia y su trabajo. Esto no significa hacer las mismas elecciones, sino que aceptar las que el haga. Significa dejar de mandar al esposo, interrumpirle, criticar sus ideas o darle todo el tiempo instrucciones como si él no fuera capaz de nada. El hombre no necesita una mujer que haga las cosas por él, sino una mujer que confíe en que él será capaz de hacer las cosas.
Ser fuente de bien para el esposo, implica poner la confianza en él. Si bien, la palabra dice “¡Maldito el hombre que confía en el hombre!” [Jer 17:5], la confianza en el otro proviene de la confianza en el Eterno, en que Hashem es capaz de cuidar de la mujer. Confiar en otra persona tiene un efecto mágico porque cuando confías en alguien, esa persona se esfuerza para darnos la talla.
Visto de esta manera, cabe anotar por último que las mujeres y los hombres tenemos necesidades biológicas diferentes. Los hombres necesitan ser respetados. Las mujeres necesitan ser amadas. Rav Shaul lo plasmó así: «Esposas, respeten a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Mashiaj es cabeza y salvador de la iglesia (…) Esposos, amen a sus esposas, así como Mashiaj amó a la iglesia y se entregó por ella» [Efe 5:22-26].
¡Shavúa tov!
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Por familia Barrios Lara
Somos Deivy Barrios y Natalia Lara, casados desde el 2016, padres de 3 pequeños y comunitarios de Yovel.***