Refleja tu interior

Por: Moshé Hernandez

“La cubrirás con oro puro, por dentro y por fuera, y le harás una corona de oro alrededor” (Éxodo 25:11, traducido de la TLV).

La porción de Terumá comienza a relatar las cosas que se debían realizar para el mobiliario del Mishkán, sin embargo, el orden por el que comienza es lo curioso, porque comienza a describir el objeto más sagrado de todos: el Arca. Se nos describe los materiales y sus medidas y el propósito de esta: “Colocarás el Testimonio, que te daré, dentro del Arca” (Éxodo 25:16, traducido de la TLV).

Siete versículos son empleados para la descripción de la orden de construir un Arca para albergar ese testimonio, por lo cual uno se puede preguntar: ¿cómo el objeto más sagrado del Mishkán es solo descrito en siete versículos?. Eso es lo bonito de los detalles de la Torá, la importancia, aunque detallada, no requiere de muchas palabras, sino de las que son necesarias para expresar su relevancia. Esos siete versículos son lo suficiente para manifestar la significancia del Arca.

La Torá menciona que debía estar cubierta con oro por dentro y por fuera, a lo que Rashi, citando una fuente talmúdica (Yomá 72b, Shekalim 6:1) menciona que realmente eran “tres arcas, dos de oro y una de madera, cada una tenía cuatro lados y el fondo, estando de esa manera abiertas en la parte superior. Él colocó el arca de madera dentro de la más grande de oro y la más pequeña de oro dentro de la de madera, cubriendo el borde superior (del arca de madera) con oro, como consecuencia se puede decir que el arca estaba cubierta de oro por dentro y por fuera”.

Esta descripción que se hace de cómo Betzalel hizo el Arca de acuerdo con la orden del Eterno deja ver un detalle hermoso, y es que de esa manera se podía reflejar el interior al exterior. El Eterno le dijo a Moshé que allí se colocaría el Testimonio que Él le daría, por eso nuestros Sabios enseñan que dentro del Arca se encontraban las Lajas de Piedra nuevas y el rollo de Torá que Moshé escribió para que lo resguardaran los levitas (Bava Batra 14a). Los mekubalim enseñan que el plano del Mishkán se puede comparar con el cuerpo humano, siendo el lugar donde reposaba el Arca (Kodesh HaKodashim) un equivalente a la cabeza del cuerpo humano, y lo explican porque allí se encontraban las Dos Lajas de Piedra que se pueden asociar con los dos hemisferios cerebrales, es decir, la Torá debe estar presente en nuestras cabezas para que pueda bajar a la acción en nuestro cuerpo, siendo esa la razón por la cual debía estar cubierta de oro por dentro y por fuera, para que la Torá interior pueda ser reflejada exteriormente.

A eso se refería Rav Shaúl cuando escribió: “Pero nosotros todos, con un rostro desvelado contemplamos como en un espejo la gloria del Señor, siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, quien es el Espíritu” (2 Co 3:18, traducido de la TLV).

El versículo de Shemot (Éxodo) también habla de que el Arca tenía una corona de oro, זר זהב, la cual según el Midrásh (Shemot Rabá 34b) es un símbolo de la “corona de la Torá” que estaba ubicada dentro del Arca. Dentro del todo el mobiliario del Mishkán, había únicamente tres que tenían corona: el Arca, la Mesa y el Altar de Oro. Cada una representa las tres coronas que el Eterno estableció para el pueblo de Israel distribuidas de manera separada: La corona de “maljut” (reino) estaba representada en la Mesa, la de la “kehuná” (sacerdocio) era representada con la que rodeaba el Altar de Oro, y la de la Torá (como se mencionó anteriormente) estaba exhibida en el Arca misma. Las dos primeras son recibidas por derecho de nacimiento y se entiende de esa manera por la palabra que usa la Torá al describirlas, “para él” (לו), pero la Torá emplea una palabra distinta cuando habla de la corona del Arca, “sobre él” (עליו), haciendo alusión a que esta se coloca sobre el estudioso de Torá en el momento adecuado de su ordenación. Es decir, cualquier puede acceder a la corona de la Torá cuando se la quiere con el motivo correcto, para que se pueda reflejar esa Torá interior de manera exterior a otros.

Lo más probable es que a esa corona, la de la Torá, sea a la que se refiere Revelaciones 3:11 cuando Yeshua dice: “Vengo pronto, mantén lo que tienes, para que nadie te quite tu corona”. Incluso los Sabios enseñaron que quien adquiere la corona de la Torá, ha adquirido todas las coronas que menciona la Mishná (Avot 4:13): “sacerdocio, reinado y buen nombre”.

Que podamos mantener esas coronas y que nadie pueda quitárnoslas, para que podamos reflejar la Torá interna en nuestro mundo externo y podamos así ser agentes de bendición para todos.

¡Shavua Tov!

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Moshé Hernandez

Psicólogo de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Gabai de la Comunidad Mesiánica Yovel, maestro del ministerio Yeladim, miembro del ministerio de Danzas. Apasionado por el hebreo y otros idiomas.