Preparando el terreno para las lluvias de Sukot
Por: Sergio Andres Díaz Llanos
La parashá de esta semana Ha’Azinu (prestad oído), es un cántico de Moshé, antes de este cántico se instruía sobre el año de Shemitá (7 año), el año del perdón de deudas.
Estamos en tiempos de mucha intensidad espiritual, en los cuales nuestra percepción debe estar muy ansiosa por las citas que el Señor puso desde el comienzo de los tiempos. Muy expectantes de estar presentes en cada una de estas citas.
Podemos tener muchos Iom Teruah comiendo dulces y postres, y un comienzo de año tan animado al ver un milagro tan grande en nuestro país, podemos ver como recibimos tanto del Señor en nuestras vidas, y por mucho que recibamos no dimensionamos, los grandes milagros que dentro de nosotros suceden mientras cumplimos de corazón estas fiestas.
La parashá de esta semana Ha’Azinu (prestad oído), es un cántico de Moshé, antes de este cántico se instruía sobre el año de Shemitá (7 año), el año del perdón de deudas, y es una muestra de como el Señor quiere que comencemos las fiestas, de como presentarnos:
Luego les ordenó: «Cada siete años, en el año de la cancelación de deudas, durante la fiesta de las Enramadas, cuando tú, Israel, te presentes ante el Señor tu Dios en el lugar que él habrá de elegir, leerás en voz alta esta ley en presencia de todo Israel. Reunirás a todos los hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. [Deuteronomio 31:10- 12]
Estos tiempos son propicios para pedir perdón, antes de Sukot la gran alegría, antes de Iom Kipur, la expiación del cordero perfecto y sin mancha (Yeshua Ha Mashiaj). El Señor en Iom Teruah nos despierta para restaurar las relaciones familiares, para que en nuestro corazón el Señor ponga la disposición de perdonar deudas, y la humildad de pedir perdón a quien hemos molestado y el Señor traiga recordación a nuestra vida y no dejemos pasar esta nueva oportunidad.
Que el sonido del Shofar no solo vibre en nuestros oídos, sino que en nuestra percepción espiritual seamos llevados a un tikum (Restitución) personal y familiar.
Y no hay otra manera de presentarnos a las altas fiestas:
“Tú, Señor, me sacaste del sepulcro; me hiciste revivir de entre los muertos.” [Salmo 31:3]
El Señor nos saca de la muerte como lo expone el Rey David en este texto, sabemos que la muerte en la Palabra no es simplemente física, podemos caminar pero tener nuestro corazón compungido y decaído, por no perdonar lo que tal vez en nuestra niñez sufrimos, o lo que nos hicieron en nuestra juventud, o aun hace pocos días cuando alguien dijo unas palabras y lo tomamos como una ofensa personal, estos síntomas son raíces de amargura, y estas van secando el alma y entristeciendo los días, y poniendo los rostro cabizbajos como Caín, que al no pedir al Señor sanidad terminó cometiendo una falta grandísima en su vida, por eso estas fiestas empiezan con sonido de shofar, para despertar del letargo en el que podemos estar y como dice el salmo “me hiciste revivir de entre los muertos”, que revivamos, que nuestra resurrección sea primero en nuestro corazón, y seamos libres de estas raíces de amargura.
Podemos ver como la parashat Ha’Azinu, empieza precisamente hablando de:
“Que caiga mi enseñanza como lluvia y desciendan mis palabras como rocío,
como aguacero sobre el pasto nuevo, como lluvia abundante sobre plantas tiernas.” [Deuteronomio 32:2]
Empieza hablando que la palabra de Dios es como lluvia, y esto me recuerda la famosa parábola del sembrador [Mateo 13], en esta parábola podemos observar que una de las semillas callo con espinos:
“Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron.” [Mateo 13:7]
La palabra (agua) del Señor hace crecer las semillas que hay en nosotros, y aunque el Señor esparza de la semilla de Fe en nosotros, en nuestro terreno también pueden haber espinos, y estos crecen a la par de la semilla de la Fe, y son las que al final ahogan nuestra esperanza por cosas efímeras, nuestros ojos son nublados y nos ahogamos, nos desanimamos por cualquier reto que se nos presenta en el día. De esto podemos entender por qué el orden de las fiestas.
Si El Señor como el cántico de Moshé quiere que su palabra sea como agua en nosotros, pero antes de de regar esta agua, debemos examinarnos y antes de examinarnos, despertar, es decir, las fiestas tienen un propósito en su mismo orden:
Iom Teruah: el sonido del Shofar alerta nuestro oídos y debemos despertar, debemos abrir nuestros ojos espirituales.
Iom Kipur: Después de despertar, debemos pedir al Señor discernimiento para identificar las raíces de amargura que tengamos en nuestra vida, los espinos que nos agobian y no permiten que nuestra fe de frutos, y al identificarlos arrancarlos de nuestra vida, que el Señor corte de raíz toda amargura y herida que pueda todavía albergarse en nuestro corazón.
Sukot: la fiesta del agua, y ahora si con el orden anterior, ya en nuestros corazones no tendremos espinos ni raíces de amargura que se alimenten del agua de vida que es nuestro señor Yeshua, sino que el agua solo regará la semilla de fe que el buen sembrador Nuestro Padre celestial puso en nuestros corazones, la Fe retoñara y veremos los frutos de la fe en cada área de nuestras vidas, y por mas grande que una montaña (problema) parezca, recordaremos lo que Dice la Brit Jadashá.
“—Porque ustedes tienen tan poca fe —les respondió—. Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladará. Para ustedes nada será imposible.” [Mateo 17:20]
Para terminar, resumimos que para presentarnos a Sukot, es propicio tener tiempos de oración donde el Señor mismo sea limpiando nuestros corazones y sacando toda clase de raíces y semillas que no sumen a nuestra vida espiritual, y ya limpiado nuestro corazón pueda esparcir en nuestro terreno la semilla de fe y amor, y de esta forma los años de Shemitá serán de absoluto gozo como lo es este año.
Shavua Tov.
Por Sergio Andres Díaz Llanos
Esposo, padre, miembro de la comunidad Yovel, Ingeniero Industrial. “Nada tenemos que no hayamos recibido” [1 Cor. 4:7]