La Silla de la Observación
Por: Carolina Aguirre
¿Podrías imaginar un cambio radical en la forma en que realizamos nuestras ofrendas?
¿Qué tal te parecería si de hoy en adelante se prohibiera realizar transferencias electrónicas en la comunidad y en vez de eso solo tuviéramos la opción de usar efectivo para depositarlo en el cofre de ofrendas? ¿Qué tal si, además, prescindiéramos del sobre, permitiendo que nadie tuviera que ocultar la cantidad que ofrece, ya sea poca o mucha? ¿Y, qué opinas, si añadido a eso, pusiéramos una silla justo al frente del cofre para que una persona pudiera observar detenidamente a aquellos que hacen sus ofrendas? ¿Por último, que te parecería, si en esa silla sentáramos al Pastor de la congregación?
¿Cómo te sentirías ante la implementación de este nuevo método para recibir ofrendas? ¿Te sentirías un poco coaccionado, tranquilo o amenazado? ¿Crees que este cambio podría influir en tu forma de realizar ofrendas? ¿Quizás empezaras a dar más para intentar no darle una mala impresión al Pastor? ¿o definitivamente consideras que esto es una invasión a la privacidad lo cual te impulsaría a retirarte de la congregación?
Hay una ocasión en la Biblia en donde realmente ocurrió una situación similar a esta y resulta fascinante observar que, en este caso, la persona que se sentó directamente frente al arca de las ofrendas fue Yeshua mismo. Este relato se encuentra en en el libro de Marcos 12:41-44:
“Yeshua se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del Templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.Jesús llamó a sus discípulos y dijo: «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».”
El tema de las ofrendas y contribuciones puede resultar muy sensible para algunas personas, ya que el dinero, a pesar de ser un bien tangible, puede mover las fibras más íntimas del corazón. En la práctica, el dinero, querámoslo o no, demuestra estar vinculado con las emociones y los sentimientos más personales.
Esta semana hablamos del tema de una ofrenda específica, y aunque en la Torá se habla de diferentes tipos de ofrendas, curiosamente solo existe una Parashá con el nombre de una de ellas, Terumá. En el libro de Shemot (Éxodo) 25:1-2 encontramos por primera vez esta palabra de la siguiente manera:
וַיְדַבֵּר יְהֹוָה אֶל־מֹשֶׁה לֵּאמֹר׃
Vaidaber Adonai el Moshé lemor:
Y le habló Adonai a Moisés diciendo:
דַּבֵּר אֶל־בְּנֵי יִשְׂרָאֵל וְיִקְחוּ־לִי תְּרוּמָה מֵאֵת כׇּל־אִישׁ אֲשֶׁר יִדְּבֶנּוּ לִבּוֹ תִּקְחוּ אֶת־תְּרוּמָתִי׃
Daber el Benei Israel veikju Terumá meet col ish asher idvenu livo tikju et terumati.
Habla a los hijos de Israel y tomen donación, de cada hombre cuyo corazón esté dispuesto, tomarán mi donación.
La palabra hebrea «TERUMA» (תְּרוּמָה) significa donación o contribución y tiene su origen en la raíz triconsonántica ר-ו-ם (resh-vav-mem). Esta raíz da el sentido de algo que está arriba, o de algo elevado. Otra palabra familiar para nosotros con la misma raíz ר-ו-ם es la palabra ROMEMU que significa elevemos, exaltemos, y la usamos cuando hacemos el canto en el momento de la extracción de los rollos de la Torá. Otras palabras con la misma raíz son MAROM que significa: altura, pico o cumbre y RAMA que significa altura o nivel. Podemos inferir así, que Terumá es una ofrenda que tiene el potencial de ser transformada, de alcanzar otro nivel, de ser elevada y, por ende, de tener un efecto que trasciende más allá de lo físico, elevándose al plano espiritual, con todo lo que esto puede implicar en su forma de afectar en los planos físicos y espirituales.
La “Terumá” o “Donación”, estaba destinada para propósitos específicos tales como la construcción y el mantenimiento del Tabernáculo o Mishkan (Ex.25:1-2), la confección de las vestiduras especiales de los sacerdotes (Ex.25:7) y el sustento de los sacerdotes (Nú.18:8-19). El tema halájico de cómo realizar la donación y el manejo que los sacerdotes le deben dar a esta ofrenda, es bastante extenso ya que se ha transformado a lo largo de la historia por diferentes variables, siendo una de las principales la no existencia del templo. Sin embargo, hoy quiero centrarme en un punto que considero ser el más relevante al momento de pensar en hacer esta ofrenda.
La Terumá, si regresamos al texto en Shemot 25:1-2, es una ofrenda que tiene una particularidad frente a las demás ofrendas ya que no reviste de carácter obligatorio y tampoco especifica exactamente cuál es su monto o porcentaje. En esencia esta es una ofrenda que proviene del corazón y de la voluntad de aquel que decide hacerla, por eso dice la Escritura: “de cada hombre cuyo corazón esté dispuesto” מֵאֵת כׇּל־אִישׁ אֲשֶׁר יִדְּבֶנּוּ לִבּוֹ (meet col ish asher idvenu livo)
Cuando Yeshua se sentó en el templo para ver a las personas que hacían sus ofrendas, él tenía el poder de ir más allá del plano físico y entender las intenciones más profundas del corazón. La palabra que se utiliza en el texto de Marcos 12:44, es la # 979 del Strong, la palabra griega βίος, que se traduce como vida o sustento; literalmente la viuda estaba entregando en ese momento toda su vida, todo su corazón y eso fue lo que causó gran impacto en el ámbito espiritual.
Tomemos en cuenta otro caso específico que nos enseña la riqueza de las donaciones o Terumot, tanto en el plano físico como en el plano espiritual. En el libro de Lucas se relata la historia de un centurión romano que necesita urgentemente la intervención de Yeshua. Esta es la misma persona que con su extraordinaria fe logra asombrar al hijo de Dios. Sin embargo, a veces pasamos por alto los versículos que se encuentran en Lucas 7:4-6 “Cuando llegaron ante Yeshua, rogaron con insistencia: Este hombre merece que le concedas lo que te pide:aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga. Así que Yeshua fue con ellos.”
A pesar de que este oficial no era judío, era una persona que, como consecuencia de creer en el Dios de Israel, amaba al pueblo judío y manifestó así su amor de una manera práctica al donarles una sinagoga, un claro ejemplo de la Terumá mencionada en Éxodo 25. Cuando a Yeshua le presentan este caso particular, él accede a ir con gran disposición para sanar al siervo de este romano. Este caso contrasta grandemente con el de la mujer sirofenicia, en donde se observa la gran resistencia inicial que Yeshua manifiesta, dándole a entender que no debería ayudarla por el hecho de que ella no pertenece al pueblo de Israel.
Efectivamente, tanto el centurión romano como la mujer sirofenicia eran individuos que no formaban parte del pueblo de Israel, pero al final lograron obtener la misericordia de Yeshua. No obstante, es evidente que la Terumá ofrecida por este centurión trascendió significativamente y fue tenida en cuenta en su momento de mayor angustia. En la vida de este hombre de fe y acción, se cumplió de manera palpable el Salmo 20:1,3: Adonai te oiga en el día de conflicto; el nombre del Dios de Jacob te defienda… y haga memoria de todas tus ofrendas.
Si la Terumá generosa de un ciudadano romano, logró un nivel de elevación tal, que permitió que su petición fuera escuchada por Yeshua, ¿cuánto más no podrían nuestras Terumot alcanzar, estando nosotros ya injertados en el olivo de Israel? En este momento, se nos presenta una gran oportunidad de replicar el acto del centurión romano haciendo nuestras donaciones o Terumot para la consecución del terreno anexo a la propiedad de nuestra comunidad. Al hacerlo, podemos beneficiarnos de manera directa al contar con el espacio necesario para llevar a cabo todas nuestras actividades de manera adecuada.
Un caso en la Brit Jadashá en el cual se menciona específicamente la palabra Terumá es la donación que se realizó para los santos en Jerusalén. Aunque el idioma base de la Brit Jadashá es el griego, es notable que todas las traducciones en hebreo coinciden en emplear la palabra «Terumá» para referirse a este caso particular, que se encuentra en Romanos 15:26. “Porque los de Macedonia y Acaya decidieron voluntariamente hacer una donación y mandarla a los hermanos pobres de Jerusalén.” כִּי מָקֵדוֹנְיָה וְאָכָיָה רָאוּ לְנָכוֹן לִתְרֺם תְּרוּמָה לַעֲנִיֵּי הַקְּדוֹשִׁים בִּירוּשָׁלַיִם. (Ki Makedonia ve Ajaia rau lenajon litrom Terumá laaniei hakdoshim birushalaim.)
Resulta fascinante observar que, en este caso, la donación o Terumá está dirigida hacia el pueblo de Dios en Jerusalén. El Rav Shaul elogia esta ofrenda, destacando la benevolencia de los donantes de Macedonia y Acaya, quienes siendo de origen gentil, ahora comparten generosamente sus bienes materiales con aquellos que les han hecho partícipes de los bienes espirituales.
Recientemente tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a un soldado israelí, quien se encontraba en un tiempo de receso de la guerra en Gaza, y al ser consultado sobre su alimentación durante su servicio militar, respondió que había sido bien alimentado gracias a las “Terumot” que muchas personas han entregado a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). Estamos en un momento crítico donde nuestras donaciones hacia el pueblo de Israel son de vital importancia y también en nuestra comunidad contamos con los medios necesarios para poder hacerlo, así que no dejemos pasar por alto esta oportunidad.
No quisiera terminar sin hacer mención de otra donación que la gran mayoría de nosotros podría realizar y que, a pesar de no encontrarse en el texto bíblico, tiene el potencial de salvar varias vidas. Me refiero a la “Terumat Dam” (תְּרוּמַת דָּם) que en español se traduce como “Donación de sangre”. Es una donación que como comunidad ya se ha realizado varias veces, logrando alcanzar uno de los números más altos de unidades de sangre entregadas en el Distrito.
Finalmente, quiero dejarte una reflexión: la próxima vez que desees realizar una Terumá, te invito a tener en cuenta que la persona que está sentada frente a las arcas celestiales, observando tu corazón, es la misma que hizo la mayor Terumá en la historia de la humanidad, donando toda su sangre, su vida y su corazón por ti.
¡Shavua tov!