La Meguila (Rollo) que se lee en Sukot: Eclesiastés – Qohelet

Por Julio Rubio (Dudu)

Dentro de la tradición hebrea, de los 24 libros que componen el Tanaj[1], 5 de ellos se conservaron de una manera particular, conocida como “meguilá” que se podría traducir como rollo y cada una de estas “meguilot” se emplean en la lectura litúrgica de una fiesta específica. Por ejemplo,

Meguilat Ester – Rollo de Ester, se debe leer en la fiesta de Purim.

Meguilat Eija – Rollo de las Lamentaciones, es entonado con su melodía triste en el ayuno del 5º mes conocido como Tisha beAv.

Meguilat Shir haShirim – Rollo de Cantar de los Cantares, es leída en la festividad de Pesaj (Pascua).

Meguilat Rut – Rollo de Rut, en la fiesta de Shavuot (Pentecostés).

y nos queda la Meguilat Qohelet – Rollo de Eclesiastés que se acostumbra a leer en… ¿en qué fiesta creen que se lee la Meguilat Qohelet? En sukot, la fiesta de los tabernáculos o cabañas.

Y aquí hay un mensaje muy profundo que no debemos pasar por alto al acercarnos al estudio del Eclesiastés, que apropósito de su nombre,

Ἐκκλησιαστής”, y supone un intento de los LXX de traducir el hebreo “קֹהֶ֣לֶת” (qohelet), nombre del autor según 1,1. La traducción “predicador” de algunas versiones y comentarios no encaja ni el talante de la obra ni en la función que podría suponerse en su autor. El griego ekklesiastes traduce qohelet razonablemente bien. Ekklesiastes es “quien se sienta o habla en la asamblea (ekklesía)” término en consonancia con el título hebreo. En efecto, qohelet es casi con toda seguridad una forma participial del verbo qhl (קהל), “reunir en asamblea”, “convocar”. El sustantivo qahal, “asamblea”, derivado de este verbo, es traducido generalmente por ekklesía en los LXX.>[2]

Hace referencia a la acción de reunir en asamblea, convocar y es allí donde se encuentra otra práctica bíblica denominada “hakhel” la cual se nos narra en Dt. 31:9 – 13:

(9)  Moisés puso esta Ley por escrito y se la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el arca de la alianza de Adonay, así como a todos los ancianos de Israel.  (10)  Y Moisés les dio esta orden: «Cada siete años, tiempo fijado para el año de la Remisión, en la fiesta de las Tiendas,  (11)  cuando todo Israel acuda, para ver el rostro de Adonay tu Dios, al lugar elegido por él, leerás esta Ley a oídos de todo Israel.  (12)  Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que vive en tus ciudades, para que oigan, aprendan a temer a Adonay vuestro Dios, y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Ley.  (13)  Y sus hijos, que todavía no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Adonay vuestro Dios todos los días que viváis en el suelo que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán.»[3]

Podemos encontrar una conexión interesante en este acto del “הַקְהֵ֣ל ” – haqhel, palabra que podemos ver en el verso 12 como imperativo de “congregar”, teniendo la misma raíz de qohelet y que se llevaba a cabo en una fecha en particular, como se puede ver el verso 10, la fiesta de Sukot, o de las tiendas.

La fiesta de Sukot es uno de los momentos de mayor alegría dentro del ciclo festivo del calendario hebreo por varios motivos: es el tiempo de la cosecha, es tiempo de reunión familiar, de celebración, en fin. Y es allí donde nos podemos preguntar ¿por qué un libro tan complejo que ha sido objeto de diversas interpretaciones, siendo la abrumadora mayoría de ellas las que lo han catalogado de escéptico, cínico, estoico, lúgubre, incluso profundamente fatalista. Tenga su lectura en Sucot, la festividad también llamada “Zeman Simjateinu” (“la fiesta de nuestra alegría”)?

Es más, Sucot es tambien “Jag Haasif”, “la fiesta de la cosecha”, y remite, por tanto, al tiempo que nos es dado para regocijarnos en nuestros finitos logros. En realidad, deberíamos sumar a lo ya mencionado el concepto mismo de “sucá”. Morar bajo la sucá, un “hogar” por definición transitorio”, implica dar cuenta de que todo en la vida lo es, de que nada es para siempre.

He aquí el punto de contacto entre festividad y texto:

 tal como afirma el Rabbi Robert Gordis, los dos temas básicos de Kohelet son “la inevitabilidad de la muerte y el deber supremo del hombre de obtener lo máximo de ella”.

A través de su enigmático entramado, Eclesiastés nos estaría sugiriendo que la verdadera felicidad espera latente en cada instante, que la felicidad genuina reside en gozar plenamente de cada hora que nos es dado respirar.

Para apelar un poco a la forma sapiencial de la tradición hebrea quisiera compartir un relato del midrash[4] “Eclesiastés Rabá 5:14”:

Los rabinos comentan: la vida del hombre puede compararse con el zorro que se encontró con una viña cercada por todos lados.

El zorro halló un pequeño agujero e intentó ingresar a través de él. Pero no pudo porque la abertura era demasiado estrecha. ¿Qué hizo? Ayunó durante tres días hasta que quedó flaco y pudo entrar a través del agujero. Una vez adentro, el zorro comió las uvas y engordó. Cuando quiso salir no pudo traspasar el agujero. Entonces volvió a ayunar durante tres días hasta que adelgazó y pudo salir. Una vez afuera, el zorro se volvió hacia la viña y dijo: «¡Viña, viña!, ¡qué buenos son tus frutos! Todo lo que albergas es hermoso y digno de elogio».

¿Pero de qué sirves? Así como uno entra en tí, así debe salir”

¡Lo mismo sucede con este mundo!

El verso 14 del capítulo 5 de Eclesiastés, que es el versículo base del anterior midrash dice:

«Como salió del vientre de su madre, desnudo volverá, como ha venido; y nada podrá sacar de sus fatigas que pueda llevar en la mano».

Teniendo entonces un acercamiento al texto desde el contexto planteado podemos avanzar en otros detalles del libro tales como, el autor:

Según el Midrash Shir HaShirim Rabá 1:1, el rey Salomón habría escrito el Cantar de los Cantares en su juventud, el Libro de Proverbios en su edad adulta, y Eclesiastés en su vejez. Por otra parte, la investigación académica crítica sitúa la autoría de este último texto centurias más tarde, en el contexto del surgimiento de la filosofía estoica. Aunque hace casi un siglo se expuso la tesis de la diversidad de autores para poder explicar las aparentes contradicciones de la obra, en la actualidad no existe ningún comentarista que defienda tal opinión, ni tan siquiera en línea de hipótesis.

La fecha y el lugar de composición:

El libro fue escrito mucho tiempo después de Salomón, probablemente en el S. III a. C. La línea de razonamiento es triple: tipo de hebreo usado, estilo de la argumentación de Qohelet y su lugar en la historia de las ideas. Sobre el lugar de composición es muy fuerte la evidencia de una sede palestina, en particular Jerusalén. Las referencias a las condiciones climáticas tales como el carácter impredecible del tiempo, la dependencia de la lluvia y de la dirección del viento (11,4; cf 1,6) y la sucesión de las tormentas (12,2) no se corresponden con las condiciones climáticas de Egipto; reflejan más bien las de Israel.

Sobre la estructura de la obra podemos encontrar muchas y variadas opiniones, quizás convenga tener en cuenta la advertencia de L. Alonso Schokel: «Es imposible saber con certeza cómo compuso el autor su obra. Llamados a ilustrar su forma, pensaríamos en el modelo de un diario de reflexiones personales. Nunca se establece de antemano el tema; no hay ningún tema que imponga un desarrollo previsto de antemano; un tema puede aparecer de nuevo con variaciones y metamorfosis, sin excluir interferencias temáticas».

Para concluir quisiera compartir algunos datos curiosos sobre la obra:

  • La palabra hebrea “Hebel”, traducida generalmente como “vanidad”, aparece 73 veces en todo el TANAJ de las cuales más de la mitad se halla en el Libro de Eclesiastés.
  • El vocablo “Hebel” tiene diversas acepciones, entre ellas: “vanidad”, “vacuidad”, “futilidad”, “insensatez”, “inutilidad”, “absurdo”, “soplo”.
  • Hebel” es también el nombre propio de quien fue, según el Génesis, asesinado por su hermano Caín.
  • En el Libro de Eclesiastés se emplea cuarenta veces la palabra “Elohim” para hacer referencia a Dios, pero no aparece en ningún momento el nombre divino “YHWH” en su formato de tetragrama. (Según la tradición judía, “Elohim” alude al atributo divino de estricta justicia en tanto que “Adonai” hace referencia al atributo divino de misericordia. “Elohim” alude a Dios en su aspecto universal, como autor y Señor de toda la Creación mientras que “Adonai” se constituye en el nombre personal de Dios en su relación con el pueblo de Israel)

Queridos lectores del boletín Shavua Tov les deseo una feliz fiesta: Jag Sucot Sameaj!

Buen inicio de ciclo de Torá.

BIBLIOGRAFIA

 

ERINSTEIN, Judith. Polifonias del Tanaj – El libro del Eclesiastés, JCCenters , 2009

Biblia de Jerusalén, Descleé de Brouwer Bilbao, 4ª edición. 2009

DORÉ, Daniel. Eclesiastés y Eclesiástico o Qohélet y Sirácida, Estela Navarra: Ave Pamplona, 1997, Verbo Divino (cuaderno bíblico 91)

MORLA ASENSIO, Víctor, “El libro de Eclesiastés”, en Libros Sapienciales y otros escritos, Estela Navarra: Ave Pamplona, 1994, p.181 (Introducción al Estudio de la Bíblia, 5)

[1] La palabra TANAJ constituye, en realidad, una sigla: las letras hebreas que la forman (tav, nun y jaf) son las iniciales de los tres grandes grupos de libros que conforman la Biblia Hebrea: Torá (Pentateuco), Neviim (Profetas) y Ktuvim (Escritos o Hagiógrafos).

[2] MORLA ASENSIO, Víctor, “El libro de Eclesiastés”, en Libros Sapienciales y otros escritos, Estela Navarra: Ave Pamplona, 1994, p.181 (Introducción al Estudio de la Bíblia, 5)

[3] Biblia de Jerusalén, Descleé de Brouwer Bilbao, 4ª edición. 2009

[4] Midrash (מדרש; «explicación», plural midrashim) es un término hebreo que designa un método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá. El término midrash también puede referirse a una compilación de enseñanzas midráshicas en forma de comentarios legales, exegéticos u homiléticos del Tanaj (Biblia hebrea). Toma elementos actuales para ejemplificar de modo comprensible textos antiguos. Proviene etimológicamente del verbo hebreo darâs, que significa «buscar, investigar, estudiar».

***

Julio Rubio G. (Dudu)
Esposo de Andreina Castillo y padre de dos hijos (Eyal y Ayelet). Moreh (Maestro) de la Comunidad Mesiánica Yovel, trabaja con los jóvenes en su preparación para el bar mitzvah, dirige el ministerio de danza y audiovisuales. También enseña hebreo bíblico y moderno desde el año 2004.