La luz de la Torá
Por: Moshé Hernandez
“También ordenarás a los Hijos de Israel que traigan aceite puro de oliva machacada para el alumbrado, para mantener encendida la lámpara”. Éxodo 27:20 TLV
En mi opinión, este es uno de los versículos más bellos de la Torá, ya que allí encontramos una hermosa mitzvá (mandamiento) y una maravillosa alusión que nuestros Sabios han encontrado para la Era Mesiánica. El versículo menciona que debía tomarse aceite de oliva (שמן זית), puro (זך) y machacado (כתית), y son estas palabras las que nos van a ir dando luces al respecto de lo que HASHEM deseaba con este insumo dentro del Mishkán (Tabernáculo).
El aceite de oliva tiene una característica maravillosa al ser de gran calidad porque no contiene compuestos tóxicos y posee una combustión muy fácil (Delvalle, 2019), y el Siftei Jajamim nos enseña que este aceite debía extraerse de las aceitunas que se encontraban en la parte superior del árbol, ya que, son las más cuidadas y garantizarían la siguiente característica mencionada por la Torá: pureza.
La pureza del aceite se mide en la falta de sedimentos, y esto es lo que la Torá alude con la palabra puro (זך), con respecto a esto Rashi nos enseña: “esto se lleva a cabo no al colar el aceite, sino como se aprendió en el tratado Menajot 86a: ‘él deja que [la aceituna] madure en la parte superior del olivo…’”, es decir, hay que dejar que la aceituna crezca y sea apta para extraer de ella el aceite, y eso implica un acto de esfuerzo y tiempo, por eso Sh’lomó HaMelej escribió: “Incluso al joven se lo conoce en sus acciones, si puro y recto es su actuar.” (Proverbios 20:11). Es en el acto de crecer que se va adquiriendo la madurez necesaria para discernir la pureza y rectitud de los actos.
Ahora la Torá menciona otra característica del aceite, debía machacarse, y es de esta palabra que la Torá da visos maravillosos del propósito de este aceite. La palabra que se emplea es katit (כתית) de la cual Rashi nos enseña: “Machaca las aceitunas en un mortero y no las muelas en un molino, para que no haya sedimentos; después de haber extraído la primera gota de aceite, puedes traer el resto al molino y molerlo. El segundo aceite (que se obtiene por la molienda) no es apto para su uso en el candelabro, pero está permitido para las ofrendas de harina…”. Este era un proceso minucioso y dedicado, del cual de cada aceituna debía tomarse la primera gota para que fuera puro (sin sedimentos), pero esa gota se extraía por medio de la presión, y allí de donde sale el mejor producto, o como diría Rav Shaul: “Porque nuestra prueba, leve y temporal, produce en nosotros un eterno peso de gloria…” (2 Corintios 4:17).
Esta palabra כתית tiene un valor numérico de 830, y según el Rabeinu Bahya, alude a la existencia de los dos Templos, ya que, el Primer Templo estuvo en pie 410 años y el Segundo 420 años; en otras palabras, esta palabra aludía al Templo físico que existió en la Tierra de Israel, pero sabemos que esto es “copia y sombra de las realidades celestiales” (Hebreos 8:5), por lo cual hay una alusión que este versículo hace al Tercer Templo, aquel que proviene del cielo mismo, es decir, el que ha sido elaborado por Di-s mismo y que es la realidad celestial.
Después de todo el proceso que se llevaba para extraer el aceite apto para el alumbrado, debía cumplir su función de alumbrar, y para la Torá emplea la palabra למאור, para iluminar, de esta palabra, se aprende, como nos enseña el Rabeinu Bahya, que el Tercer Templo se encuentra aludido aquí porque la redención y lo que sigue ha sido caracterizado por el profeta como “אור” (luz), cuando escribió: “Levántate y resplandece porque tu luz ha llegado…” (Isaías 60:1), y esta idea está mencionada por Iojanán (Juan): “Y no vi templo en ella, porque el Templo es HASHEM Elohei-Tzva’ot y el Cordero. La ciudad no tenía necesidad del sol o la luna para brillar en ella, porque la gloria de Di-s ilumina en ella, y su lámpara es el Cordero” (Revelaciones 21:22-23). Esto está mencionado también por David HaMelej: “HASHEM es mi luz y mi salvación…” (Salmo 27:1), “HASHEM es Di-s, Él nos ha dado luz…” (Salmo 118:27).
Finamente, el aceite debía permanecer encendido constantemente (תמיד), y según Rashi se debía encender todos los días incluso en Shabat, por lo cual el objetivo del ese aceite después de todo su proceso de extracción era para iluminar constantemente, y eso nuestros Sabios lo asociaron con la Luz de la Torá (Berajot 57a). Ese aceite tiene la función de arder en nuestras vidas como resultado de nuestro proceso de estudio de la Torá, y debe ser una acción constante, para que de esa forma iluminemos como lo hará HASHEM en la Era Mesiánica por medio del Mashiaj. Así como ocurría en el Mishkán, ocurrirá en los últimos tiempos y todos podremos contemplar la Gloria de HASHEM, porque: “las naciones caminarán a tu luz, y los reyes al resplandor de tu brillo (Isaías 60:3; Revelaciones 21:24).
¡Shavua Tov!
***
REFERENCIAS
Delvalle, R. (2019). Vayakhel (ויקהל) Aceite de olivo en flores de almendro. Boletín Shavua Tov, Parashá de la Semana. Recuperado de: https://shorturl.at/fgvC1
Moshé Hernandez
Psicólogo de la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. Gabai de la Comunidad Mesiánica Yovel, maestro del ministerio Yeladim, miembro del ministerio de Danzas. Apasionado por el hebreo y otros idiomas.