La Conspiración del Silencio

Por Sergio Andrés Díaz Llanos

Ayer fue un buen día, tuve el privilegio de ver una película que me invitó a reflexionar sobre nuestra sociedad, la película es “La Conspiración del Silencio”.

El silencio suele ser una de las salidas más utilizadas por nuestra sociedad para huir de las responsabilidades que deberíamos confrontar; por supuesto en escala micro, como personas solemos utilizarla, ¡y que herramienta tan desgastada!, que herramienta tan terrorífica se ha decidido utilizar en cada época de nuestra historia.  Esta película relata y trasmite la vida de la posguerra en los años 50 y 60, en Alemania y varios lugares de Europa.  Vimos máquinas y estructuras milimétricas de destrucción y aniquilación de seres humanos de todas las edades, clases y razas, estructuras planteadas y programadas por seres humanos de alta cualificación profesional, investigadores, científicos, políticos, profesores, militares y demás, que parecieran fueron tomados por pensamientos maquiavélicos para dejar una rastro terrorífico en la última parte de nuestra historia, estos tienen el nombre de “Campos de Concentración Nazis”. Pasaron entre cinco y diez años después la II Guerra Mundial para que la sociedad “olvidará” esta tragedia y en este caso el país Alemán fuera participe como muchos de nosotros de entrar en un silencio de lo que había sucedido tiempo atrás; un silencio que le abrió la puerta a los monstruos de los campos de concentración para ser parte de la sociedad como profesores, líderes políticos, panaderos, entre otros; fueron premiados por sus atrocidades re-introduciéndolos a la sociedad patrocinados por un silencio, un silencio de todos, un silencio que se incuba, sin lugar a dudas hay una alta probabilidad que en décadas siguientes volvamos a presenciar  (Dios no lo permita) movimientos peores que los nazis.

En este tiempo se levantó un valiente fiscal que con maletín y lupa en mano se enfrentó a estos monstruos, con valentía, esfuerzo y amor a la justicia convocó a un equipo para escuchar las lamentables historias de muchos Judíos que relataron como se llevaban a sus hijas para ser utilizadas como ratones de laboratorio en experimentos que rayan en la aberración del sufrimiento humano; frente a la justicia no pueden quedar impunes y ser parte de la sociedad como lo eran en ese momento. Así como en ciclos de la historia se levantan monstruos como Hitler, también Dios permite que se levanten valerosos jóvenes como Johan Erdmann  un fiscal  que contra toda la maquinaria política y social decidió buscar la verdad con todas sus fuerzas y logró con este propósito levantar el más grande juicio contra muchos nazis que después de sus aberraciones maquiavélicas pensaban vivir como profesores y empresarios en una sociedad del silencio, un juicio que llevo a muchos nazis a cumplir condenas perpetuas, nazis que en todos los casos aceptaron los cargos y no mostraron arrepentimiento alguno de lo que hicieron; algo lamentable de esta historia es que muchos se fugaron de Alemania para integrarse en la sociedad Latinoamericana, donde vivieron tranquilos y en una comunidad ajena a esta guerra, pero que por supuesto seria impregnada a muchos sectores de nuestra Latinoamérica, a despertar odios gratuitos a un pueblo que nos ha dado tanto como humanidad, el valeroso Pueblo Judío, que ahora solo pide el espacio para vivir en la tierra que siempre y por derecho les pertenece, solo con el fin de seguir sirviéndole a la humanidad. Este fue el terrorífico silencio de Alemania.

Dios nos permitió nacer en Colombia, donde también vivimos un Silencio de estos, donde nuestros gobernantes quieren patrocinar a monstruos del terrorismo como las  FARC y grupos al margen de la ley que solo han alimentado nuestra historia nacional de eventos tan aberrantes como: los collares bomba, los carros bomba, los burros bomba, las tomas a pueblos, las matanzas sin piedad a poblaciones completas y reclutamiento de menores en sus filas.  A monstruos como estos no podemos permitir integrarse en nuestra sociedad, silencios como estos no se deben abanderar en nuestro País, es lamentable como la “Justicia” se doblega de rodillas a estos seres insensibles que han asesinado, secuestrado, creado la fábrica más grande de matanza social como lo es el narcotráfico y violado a nuestros niños y jóvenes; por favor compatriotas no apelemos al terrorífico silencio, no seamos parte de la historia malvada de Colombia.  La paz nunca se dará doblegando la justicia, la paz es precisamente un resultado de la aplicación de la Justicia, y me pregunto ¿cuál es la justicia que nos venden los medios y el gobierno frente a este proceso de impunidad? Recordemos que la oficina central se encuentra en una  isla donde gobierna la esclavitud del pensamiento y el sometimiento de un pueblo (Cuba), donde los garantes del proceso son parte de dictaduras que anulan a su pueblo y lo llevan al peñasco del fracaso y la anulación (Venezuela); este silencio no debe ser callado, solo le pido a Dios que en esta generación se levanten fiscales valientes como Johan Erdmann, como ya sucedió en Argentina con el fiscal Nismann quien fue asesinado por la maquinaria del terror y gobierno del momento, no es casualidad que sus apellidos terminen igual.  Pido y deseo con lo más profundo de mi corazón que en Colombia y cada rincón de Latinoamérica Dios permita que se levanten hombres y mujeres valientes, que callen estos silencios y griten a la justicia que Él es el único y correcto camino a la paz de una sociedad.

Cerrando y conectando esta reflexión con la parasha de la semana pasada, Shemot, llamemos las cosas por su nombre, aprendamos del ejemplo de nuestro gran Profeta Moshé (Moíses) que en un momento crucial de su vida decidió, por la guía de Dios, no silenciar más lo que ocurría con sus hermanos, aún cuando a él no le afectara.  El valor no solo se debe activar cuando nos algo afecta a nosotros mismos, sino como lo decidió Moshé cuando a nuestro pueblo lo afligieron; cuando nuestro prójimo es afectado es hora de activar nuestra voz y valor.  Que esta Parasha nos anime a salir de nuestro confort para abrir nuestros ojos y velar por una mejor sociedad, donde nos encontremos anulando el Silencio y gritando la justicia, vivamos en Israel, Colombia , Argentina o cualquier lugar del mundo. Como dijo nuestro Mashiaj Yeshua “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” [Mateo 28:20], hablemos del amor y la justicia de Yeshua, hablemos y no callemos, esto es parte de nuestra responsabilidad como creyentes.

Nota: quiero compartirles uno de los relatos que se vivió en estos campos de destrucción: “Un niño que escapaba del bus que los llevaría al campo de concentración, corrió con una manzana en la mano, uno de los nazis corrió tras de él, lo alcanzó y lo levanto con fuerza, estrello su cabeza contra una pared; el cadáver en el piso no le impidió tomar la manzana del pequeño, soplarla y darle un mordisco como si se tratara de una que acababa de comprar en el mercado.  Esta era la vida diaria en Auschwitz, esta era la vida que la sociedad quería olvidar”

¡Bendiciones y Shavua Tov!

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