Juntos pero no revueltos

Por: Natalia Lara

¿Qué tienen en común Yeshúa, Yosef y los macabeos? ¿Y qué tienes en común tú con ellos?

Esta semana se comparten las lecturas de dos historias maravillosas: la parashá Miketz / מקץ (“Al cabo de”, Gn 44:1-44:17) y la conmemoración de la fiesta de Januca (Macabeos I y II). La parashá Miketz narra cómo después de interpretar los sueños del Faraón, Yosef, asciende como segundo al mando en Egipto, se encarga de almacenar el alimento en los años de abundancia y distribuirlos durante la no abundancia, y finalmente tiene la oportunidad de reencontrarse con sus hermanos aun cuando estos ignoran que se trata del hermano menor que alguna vez abandonaron. La fiesta de Januca, por su parte es la historia de la lucha de los judíos contra los griegos y el helenismo, pero también de los judíos leales al judaísmo contra los judíos que se habían helenizado y estaban del lado de los griegos (Año 167 a. E.C). Aunque la lucha duró 25 años, después de los 3 primeros, los macabeos lograron recuperar y purificar el templo, y volver a encender una menorá improvisada, ya que la original había sido derretida por los griegos [Macabeos I 4:52-56] y aunque solo tenían aceite especial para un día, el Eterno permitió que el aceite permaneciera encendido durante ocho días, hasta que se prensó aceite nuevo y se llevó al templo, milagro que conmemoramos en la fiesta de Januca.

¿Qué tienen en común ambas historias? Que nos demuestran cómo es posible que en medio de la oscuridad brille la luz. Por su parte, Yosef mantuvo la diferencia a pesar de estar en medio de los egipcios: persistió en la pureza sexual [Gn 39:7-15], no comía su comida [Gn 43:32], no adoraba sus dioses [Gn 39:23, 40:16] y mantuvo en sus hijos la identidad de ser hebreos [Gn 41:51-52]. Del mismo modo, los judíos que permanecieron firmes contra el helenismo, hicieron caso omiso a las prohibiciones que impusieron los griegos contra el servicio en el templo, el Shabat y las fiestas, la brit milá -circuncisión-, las leyes de kashrut -comidas permitidas- y el estudio de la Torá, aunque significaba la pena de muerte [1 Macabeos, 1:44-50].

Hay muchos ejemplos tanto el Tanaj (Antiguo testamento) como en la Brit Hadashá (Nuevo testamento) de personajes que han sido diferentes en medio de su tiempo, que han sido luz en medio de la oscuridad: Yehoshua, Daniel, Jeremías, Timoteo, Rav Shaul… Pero el mejor ejemplo de todos es nuestro Mesías Yeshúa: judío de nacimiento [Mt 1:1-16], permaneció firme en la Torá [Mt 5:17] y aun cuando fue tentado en todo no cayó [Mt 4:1-10].

Ser diferentes nunca va a ser fácil. Implica perseverancia, disciplina y esfuerzo. Pero sobre todo fe en el Eterno, estar dispuestos a obedecer a aquel que nos exhorta “Sean santos porque yo soy Santo” [Lv 19:2, 20:7]. Hacerlo es nuestras propias fuerzas es prácticamente imposible. Es por eso que necesitamos en nuestra vida, a aquel que es capaz de compadecerse de nuestras debilidades, pues, aunque fue tentado en todo, aunque sin pecado [Heb 4:15]. Ya que Yeshua es la luz verdadera que vino al mundo y la oscuridad no puso en contra de ella [Jn 1:5,9]. Si hemos aceptado a Yeshua como nuestro salvador, entonces, la oscuridad que nos rodea no puede ser más fuerte que su luz que nos alumbra.

El reto para estos tiempos entonces -y para el resto de nuestras vidas- es podernos mantener firmes en la diferencia, permanecer en las enseñanzas y el ejemplo de Yeshúa, para así hacer que reflejemos su luz y podamos brillar en medio de las tinieblas.

Shavua tov!

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Por Natalia Lara

 Soy hija de Di-s, recién casada, miembro de la Kehilat Mésianica Yovel, pediatra y por misericordia del Padre Eterno trabajo con los niños de la reclusión de mujeres El Buen Pastor en Bogotá.