Jánuca y el Mesías
Por: Martha Tarazona
¿Por qué la fiesta de Jánuca, nos puede llevar a una mayor dimensión?
Jánuca y los macabeos
En el año 164 a.c., se celebraba la rededicación del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo y sus seguidores.
En años anteriores a esa fecha, en los tiempos del gobierno de Antíoco IV Epífanes, Judea se había convertido en una zona helenizada y varios decretos limitaron la celebración de la vida judía conocida, obligando a los judíos a no guardar sus leyes, a servir a los dioses griegos e incluso sacrificando a quienes no siguiesen sus órdenes [1].
El templo estaba ocupado por imágenes de dioses griegos y muchos judíos devotos tuvieron que huir al desierto para evitar la persecución y la muerte. Un pequeño grupo, los fundadores de la dinastía real asmonea, conocidos en la historia como los macabeos, se rebeló ante esta situación [1].
Jánuca y la victoria
Una victoria militar y una reivindicación espiritual es lo que conmemora Jánuca, fiesta que se celebra 8 días, empezando el 25 de kislev.
Significa la restauración de la idea judía y el fin de la corriente pagana que había empezado a arrastrar a los israelitas hacia las playas aparentemente más risueñas, donde la vida era más placentera.
Frente a la austeridad y a la disciplina moral que caracterizan al judaísmo, la vida griega de entonces tenía por fuerza que parecer como una tentación poderosa para muchos jóvenes judíos.
El culto del cuerpo y de la fuerza física, la aceptación de dioses amables, de talla más humana que divina, fueron extendiéndose y la tendencia helenizante amenazó afirmarse peligrosamente.
Por esto, fue tan decisiva para la vida judía, la victoria de los macabeos. Ahuyentando al enemigo que era a la vez opresor y tentador, la corriente griega perdió su empuje y sobre Israel volvió a reinar la fe legítima y la cultura autóctona” [2].
Jánuca y el aceite
“En Jánuca se celebra la liberación y dedicación del templo, pero en específico y de acuerdo a la tradición, lo que se celebra es que al momento de volver a instaurar el servicio judío en el templo, solo había un poco de aceite que no había sido contaminado por los griegos para encender las luces en el templo, el aceite solamente alcanzaría para un día, pero fue suficiente para estar encendido durante ocho días” [3].
Por este motivo la festividad de jánuca está relacionada con el milagro del aceite, y a su vez, el aceite está relacionado con el Mashiaj.
“Y se pararán sus pies en aquel día sobre el Monte de los Olivos” (Zacarías 14:4) [4]. En la antigüedad se utilizaba el sistema de pisado de la oliva o aceituna para la elaboración del aceite de oliva.
También, la duración de la fiesta durante 8 días está relacionada según el talmud Erejin 13:B, con “el arpa de la era del Mashíaj que tendrá 8 cuerdas”.
Jánuca y la luz
Los sabios dicen que las velas de jánuca seguirán brillando y sobresaliendo aún con la gran revelación de luz que será la llegada del Mashiaj. El valor numérico de la expresión “un gran milagro hubo allá” es de 358, el mismo valor numérico para la palabra Mashiaj que también es de 358.
Jánuca y la revelación
Los sabios de la Cabalá en las obras de Bnei Isajar, expresaron que: en el momento de encendido de las velas de Jánuca se revela la luz divina ocultada al principio de la salvación, la luz del Mashiáj, por lo tanto, está relacionada con la redención futura.
Jánuca y Yeshúa
En el libro de Números se relata que el pueblo se quejó y el eterno envió serpientes y murió mucho pueblo de Israel, sin embargo, el eterno, le da la salida a Moisés y le dice que haga una serpiente para que todo el que mire hacia ella sea sano:
“Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” [Números 21:9].
Pero, ya no debemos mirar hacia la serpiente para ser sanos de cualquier enfermedad, debemos mirar hacia Yeshúa, el autor y consumador de la fe; como dice la escritura:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” [Juan 3:14-15]
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” [Juan 8:1].
Amigo lector, Jánuca es la fiesta de la luz, y Yeshúa es la luz de mundo. Jánuca es la fiesta del aceite y con ello, viene la unción, ya que el aceite es utilizado para ungir.
Jánuca es la fiesta de la redención futura y estamos esperando a nuestro amado Yeshúaj HaMashiaj y el reino de los cielos.
Jánuca es la fiesta de los milagros, ya que Yeshúa lo gobierna todo y para él no hay nada imposible. Al ser una fiesta de revelación y salvación el primer paso es creer: “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” [Juan 3:14-15].
Todos necesitamos en nuestra vida, la luz, el aceite y los milagros, por ello le invito hacer esta oración de manera audible, si lo desea.
Hoy reconozco que Yeshúa es el Señor, hoy creo en mi corazón que Dios lo levantó de los muertos, tu palabra dice que si yo confieso con mi boca que Yeshúa es el Señor y que Dios lo levantó de los muertos, seré salvo, escribe mi nombre en el libro de la vida (diga su nombre y apellidos) y no lo borres nunca. Perdona mis pecados, ten misericordia de mí, dame vida y salud para conocerte, en el nombre de Yeshua HaMashiaj. Amen.
Señor, en esta fiesta de Jánuca, clamo a ti, que por cada luz que encienda cada día, sea revelado Yeshúa a mi vida, de una manera sobrenatural, que el aceite unja mi vida y que por la unción el yugo se pudra, que se caigan las cadenas, las ataduras y haya libertad en mi vida en todas las áreas. Que por cada luminaria que encienda, obres en los milagros que necesito en mi vida (dile al eterno que milagros necesitas). Gracias, padre por tu revelación, por la vida eterna, por la luz, por el aceite, por la unción y por los milagros que harás. En el nombre de Yeshúa. Amen.
La anterior oración, es de acuerdo a la palabra:
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confesares con tu boca que Yeshúa es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. [Rom. 10:8-10].
“Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción” [Isaías 10.27].
Jag Urim Sameaj.
Referencias
[1] Benner, G. (2022). A la luz de un candelabro: el exvoto judío de la Fiesta de la Dedicación. CEM Cultura, Espaço & Memória, (14), 75-88
[2] Schlesinger E.C. (1970). Tradiciones y costumbres judías. Un viaje alrededor del año hebreo. Editorial Israel. Buenos Aires. Vol. XIX. Séptima edición. Pág. 149-159.
[3] Saldívar, C. R. (2013). Jánuca, el enfrentamiento entre el Helenismo y el Judaísmo. Revista de Claseshistoria, (2), 1.
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Por Martha Tarazona
Miembro de la comunidad Yovel, Dra. Ingeniería de Alimentos. “Nada tenemos que no hayamos recibido” [1 Cor. 4:7]