Crónica de una venta anunciada

Por Natalia Lara

«Juzgar el actuar de los hermanos de Yosef es sencillo…Pero ¿Cuántas veces nos hemos comportado nosotros como ellos?»

La parashá de esta semana Vayeshev וישב [Gen 37:1-40:23] traduce como “se estableció”. Sin embargo, el punto central del que trata es justo lo contrario, pues habla de como Yosef, hijo de Yaakov, no solo no se establece en la tierra de Canaán, sino que sale de ella y termina en Egipto; primero como esclavo de Potifar y luego en la cárcel, gracias a una trampa de la esposa de su amo, que se había enamorado de él.
Así que, vayamos a la crónica de lo que pasó. Desde el comienzo parecería ser evidente que el desenlace de la relación de Yosef con sus hermanos no sería bueno ¿Por qué? Hay varios puntos a considerar: Yosef era el favorito de su padre, pues era hijo de la mujer que él más amaba (Ribka), pero no solo era especial en su corazón, sino que Yakov le daba más privilegios, como darle una túnica de colores [Gn 37:3]. Por su parte, Yosef, en lugar de tratar de limar las asperezas con sus hermanos, hace cosas que claramente les molestan: como darle malos informes del comportamiento de sus hermanos a su padre [Gn 37:2] y contarles los sueños que tiene que lo ponen en una situación de soberanía por encima de su familia [Gn 37:5-10].
En este panorama era claro que los hermanos de Yosef, no solo no sentían amor hacia él, sino que la torá nos enseña que lo aborrecían [Gn 37:8] ¿Por qué? Primero por el favoritismo que le mostraba su padre, segundo porque Yosef indisponia a su padre en su contra, pues le reportaba sus propias conclusiones sobre el mal comportamiento de sus hermanos y no los hechos literales (Sforno) y tercero –según nos enseñan los sabios- porque los hermanos consideraban que los sueños de Yosef no eran una visión profética de parte de HaShem, sino producto de sus propios deseos de dominarlos a ellos.
En ese orden de ideas, el resultado era esperable: Yaakob envió a Yosef completamente sólo para pedirle nuevos informes de sus hermanos [Gn 37:14], y cuando ellos lo ven a lo lejos, deciden poner fin a esa situación [Gn 37:18]. Se sienten justificados –por las razones que ya expusimos anteriormente- y se creen con el derecho de “ejercer justicia” en contra de aquel que les estaba robando el cariño de su padre, uno que era más amado que los otros diez y que veían como una amenaza para su propia existencia. Por eso no solo inicialmente piensan en matarlo, sino que luego de haberlo echado a un pozo sin agua [Gn 37:24] pero con serpientes y escorpiones, no sienten ninguna culpa sino que se sientan a comer [Gn 37:25] y finalmente se deshacen de él.
Juzgar el actuar de los hermanos es sencillo, desde nuestra perspectiva histórica. Pero aquí, cabe hacer un alto y preguntarnos ¿Cuántas veces nos hemos comportado nosotros como ellos? Esta parashá nos enseña que después de los sueños de Yosef, sus hermanos “lo odiaron” [Gn 37:18] y “le tenían envidia” [Gn 37:11] El primer sueño de Yosef (las espigas) guarda relación al sustento, después de lo cual lo odian; mientras que el segundo (las estrellas) tiene relación con la espiritualidad, luego de lo cual sienten celos. El odio surge por lo que alguien hace, mientras que los celos aparecen cuando alguien se siente inferior a otro (Beit Halevi). ¿Nos pasa acaso esto? ¿Odiamos a otro por qué sentimos qué nos hace daño a propósito y justificamos nuestros sentimientos con sus acciones? o ¿sentimos celos o envidia, porque a otros les va bien, tienen mejores puestos o más nombramientos, cuando realmente el problema es que nos sentimos menos que ellos?
¿Qué otras cosas hicieron los hermanos de Yosef (Qué quizá también nosotros hacemos)?
“No podían hablarle pacíficamente” [Gn 37:4] Cuándo alguien hace algo que nos molesta…¿Tratamos de arreglar las cosas, le hablamos con tranquilidad?¿o solo buscamos la oportunidad de “decirle la verdad en su cara”?¿hablamos con amabilidad a nuestros padres, pareja o hijos cuando estamos molestos con ellos?
“Llegaron a aborrecerle más todavía a causa de sus sueños y sus palabras” [Gn 37:8] ¿Sentimos rabia por el éxito de otros? ¿Nos molesta lo que otros opinan sin saber muchas veces por qué lo hacen? ¿Nos cargamos contra otros por lo que dicen de nosotros?
“Cuando lo vieron de lejos, antes que se acercara, consideraron para matarle” [Gn 37:18] ¿juzgamos a otros sin darnos siquiera la oportunidad de conocerlos? ¿Creemos conocer sus motivos de antemano?
“Reconoce si es la túnica de tu hijo” [Gn 37:32] Dijeron “tu hijo” no “nuestro hermano” ¿Nos referimos despectivamente a otros? ¿Hablamos de “ese tipo” ”esa vieja” o palabras más fuertes incluso?
El odio entre hermanos causo no solo la venta de Yosef, sino la posterior división del reino de Israel, el exilio a Babilonia, el segundo exilio y el holocausto.
Así como las buenas obras mantienen el mundo, los malos pensamientos son los que alimentan las guerras y la maldad. Es más, el odio, la envidia, y todo lo que le paso a los hermanos (pero a nosotros no, seguramente…) son parte de las obras de la carne [Gal 5:19-21]. Probablemente no somos homicidas ni adúlteros, pero las enemistades, los pleitos, los celos, la ira, el odio, las contiendas y la envidia, están en el mismo caso. De hecho Rav Shaul, dice que quienes practican tales cosas merecen la muerte [Rom 1:32]. El mismo Yeshúa, enseño que quien solo le dice necio, o tonto a su hermano, ya esta condenado [Mt 5:22] y que nuestra ofrenda solo es acepta si hemos hecho las pases con nuestro hermano [Mt 5:24]
Pareciera que fuera un estándar muy alto… y es claro que en nuestras fuerzas no lo logramos. Como humanos que somos es natural sentir rabia por cosas que nos pasan, pero el problema es que hacemos con ese sentimiento, si dejamos que eche raíces en nuestra vida y de frutos, o si por el contrario nos arrepentimos delante del Eterno, oramos y actuamos de forma diferente. Si nos vaciamos y permitimos ser llenos del fruto de su espíritu [Gal 5:22-23] que nos da amor, paz y paciencia, confiados en que aquel que empezó su buena obra en nosotros la perfeccionará [Fil 1:6] no en nuestra fuerza, ni en nuestro poder, sino en el Poder de aquel que levantó a Yeshúa de entre los muertos.
“El Señor cumplirá su propósito en mí, eterna, oh Señor, es tu misericordia, no abandones la obra de tus manos” [Sal 138:8]
¡Shavua tov!

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Somos Deivy Barrios y Natalia Lara, casados desde el 2016, padres de 3 pequeños y comunitarios de Yovel.